A mediados del siglo XIX (antes en algunos países como Francia, más tarde en otros como España), predominan ya en los medios artísticos los principios estéticos del Realismo. Se conoce con este nombre al movimiento cultural característico de una sociedad burguesa a la que no agradaban las fantasías idealistas románticas. Ello no quiere decir que pueda establecerse una separación tajante entre Romanticismo y Realismo, pues siguen perviviendo muchos rasgos románticos en el arte realista. De hecho, cuando éste apareció en Francia, era difícil distinguir por completo ambos movimientos, pues los autores románticos postreros y los pioneros realistas convivían en el mismo tiempo histórico. Así, Stendhal (1783-1842) publica El rojo y el negro en 1830 y La cartuja de Parma en 1839; las noventa y una novelas que componen La comedia humana de Balzac (1799-1850) aparecen entre 1830 y 1847; Madame Bovary de Flaubert (1821-1880) se edita en 1857; mientras que un escritor considerado romántico como Víctor Hugo (1802-1885) publica Nuestra Señora de París en 1831 y Los miserables en fecha tan tardía como 1862. En realidad, el Realismo surge en principio por depuración o mera desaparición de los elementos románticos más idealistas. Sólo más tarde, por la influencia de las ideas filosóficas y científicas de la época, la oposición entre el Realismo y el Romanticismo se hará más nítida.
La filosofía propia de la sociedad burguesa decimonónica es el positivismo, para el que no existe otra realidad que los hechos perceptibles ni es posible otra investigación que no sea la del estudio empírico de esos hechos o de las relaciones existentes entre ellos. Se entiende por hecho un estado de cosas que puede captar-se por los sentidos y ser comprobado empíricamente. La observación rigurosa y la experiencia son los instrumentos básicos de la filosofía positivista. Estos principios, que están en la base del desarrollo de las ciencias y de las técnicas, fueron formulados de forma sistemática por el filósofo francés Auguste Comte en obras como el Curso de filosofía positiva (1839-1842). El nuevo método experimental (observación-hipótesis-experimentación) fue expuesto por el fisiólogo francés Claude Bernard en su Introducción al estudio de la medicina experimental (1865). Enorme importancia tiene el evolucionismo o darwinismo, propuesto por el naturalista inglés Charles Darwin —El origen de las especies (1859), El origen del hombre (1871)—, según el cual los diversos seres vivos resultan de la evolución y selección natural de aquéllos mejor adaptados al medio ambiente, a través de la lucha por la supervivencia y gracias a la transmisión de los caracteres por la herencia. Por esos años, en 1866, el botánico austríaco Gregor Mendel había descubierto las leyes de la herencia biológica. Especial influjo alcanza, en fin, el marxismo. En El capital, Karl Marx estudia sistemáticamente la sociedad capitalista, a la que ve sujeta también a unas leyes específicas. Desde principios materialistas, Marx afirma que el motor del desarrollo histórico es la lucha de clases sociales y explica así las causas de las revoluciones burguesas y las contradicciones de la nueva sociedad capitalista, contradicciones que propician nuevas revoluciones, en este caso proletarias. La filosofía marxista, por tanto, no se limita a interpretar el mundo, sino que propone transformarlo, lo que explica que el marxismo se convirtiera en la ideología predominante en los movimientos obreros de fin de siglo.
Emile Friant
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