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martes, 17 de octubre de 2017

LITERATURAS APOLÍNEAS Y DIONISÍACAS

LITERATURAS APOLÍNEAS Y DIONISÍACAS

   Tras una primera fase, en la que las palabras sirven a una finalidad trascendente, surge en los creadores el convencimiento de que el lenguaje en sí mismo puede captar el interés del receptor por la belleza autónoma de la palabra. 

LITERATURAS APOLÍNEAS

   La belleza formal, la imitación de los modelos que propone la naturaleza y la fidelidad a unas normas establecidas por una autoridad, serán características de esta práctica que hallamos en las literaturas de Grecia o Roma, el Renacimiento (siglo XVI), el Neoclasicismo (siglo XVIII) y en el Realismo y Naturalismo de finales del siglo XIX. En todas ellas, la razón doblega a la pasión.

LITERATURAS DIONISÍACAS

   En la literatura de la Edad Media, el Barroco (siglo XVII), el Romanticismo (siglo XIX) o las Vanguardias históricas, la intuición del yo se impone a la norma establecida por la colectividad. El vitalismo del individuo, el genio creador, vive desatado por la pasión. Por ello, las normas solo parecen existir para ser transgredidas.

Ilustración: Ernesto Marenco

lunes, 16 de octubre de 2017

LITERATURAS MÍTICAS

LITERATURAS MÍTICAS

   En sus orígenes la palabra sirvió al mito: un relato que organiza el pensamiento de una colectividad y, por lo tanto, del que proviene un sentido religioso cohesionador. La literatura, pues, sirvió para explicar el mundo y ofrecer un sentido de la vida. Todos los pueblos disponen de una cosmogonía que, además de ofrecer una explicación de la vida, propone pautas de comportamiento para vivir en sociedad en el cumplimiento de la misión trascendente que justifica el sufrimiento del hombre en la tierra.

   El egipcio Libro de los Muertos, el maya Popol Vuh, los mitos griegos, los muchos libros que contiene la Biblia u otras confesiones religiosas encierran en su forma del mensaje signos inequívocos del empleo de herramientas que convierten el mensaje en memorable: la belleza de la palabra al servicio de la tribu.
Ilustración: Ronald Chase

lunes, 9 de octubre de 2017

UN EJEMPLO DE MODALIDAD DE FICCIÓN: Manuel Rivas



Amor, a ti vengo ahora a quejarme 
de mi señora, que te envía
donde yo duermo siempre a despertarme
 y me hace sufridor de tan gran pena.
Ya que ella no me quiere ver ni hablar
¿qué me quieres, Amor?
 

lunes, 2 de octubre de 2017

RESUMEN, ESQUEMA DE IDEAS, COMENTARIO CRÍTICO


   Roberto Carlos (ojo, el cantante, no el futbolista) nos metió la idea en la cabeza. Él plantó la semilla con su mítico «yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar». Años más tarde, llegada Mark Zuckerberg para regar la planta poniendo al alcance de un simple clic la amistad. Sin embargo, aunque nos empeñemos, nuestro cerebro no está de acuerdo. O por lo menos eso es lo que dice Robin Dunbar, que estableció en 1992 que 150 es el límite de relaciones estables que una persona puede mantener, cuyas circunstancias y datos se recuerdan. El número está relacionado con el tamaño y la capacidad de proceso de la neocorteza cerebral y el paralelismo observado en primates para predecir así el tamaño del grupo social de los humanos.
  Es decir, hablando claro, que solo podemos tener 150 amigos. Sí, aunque tengamos 500 en Facebook. Eso sí, no todo el mundo es tan radical como este antropólogo británico. «Depende de cada persona y de su estilo de vida. Hay características, como ser sociables o extrovertidos, que influyen en las relaciones, y en esto cada persona es un mundo», explica la psicóloga Luisa Pereda. Por su parte, para Verónica Herrán la clave es «no centrar la atención en el número, sino en la intensidad de la relación» ya Que a veces es suficiente contar con un mejor amigo (BEF para las nuevas generaciones) y después otras relaciones sin este nivel de profundidad.
  Aquí radica el quid de la cuestión: qué entiende cada uno por amigo. Hay que ser conscientes de que hoy, en los tiempos de las redes sociales, la palabra amigo ha perdido matices. En Facebook y Twitter (aunque aquí se habla de seguidores) ahora, y antes en Tuenti y Messenger, este vocablo es, para algunos, «una etiqueta para denominar lo que sedan los contactos de la agenda». ¿Todos amigos? No. son lo que otros llaman «amigos virtuales», que, en ocasiones, «buscan suplir las conexiones personales significativas de las que muchas personas carecen en la vida real. Si sustituyen a las relaciones humanas, estas se empobrecen y ahí tendríamos que valorar hacia dónde queremos ir y cómo estamos evolucionando». Ya lo dice el refrán: quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Y según Robin Dunbar, no son más de 150. Aunque, como asegura tu madre, los «de verdad» se cuentan con los dedos de una mano.
Alba Precedo, La Voz de Galicia, 29 de agosto de 2016, [adaptación]

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Alba Precedo sostiene, basándose en estudios científicos, que los seres humanos no están capacitados para tener infinitas relaciones sociales. Por lo tanto, es evidente que en la sociedad virtual que promueven redes sociales como Facebook, el significado de la palabra amigo ha sido desvirtuado.


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[ Antecedente]
  • Estudios científicos demuestran que existen límites en la relaciones sociales humanas.

[Consecuente]

  • La sociedad contemporánea ha desvirtuado el concepto de amistad: muchos supuestos vínculos son falsos.
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Tesis:

La sociedad actual ha convertido también la amistad en un simulacro, una falsedad.