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viernes, 30 de enero de 2015

LO FATAL, Rubén Darío


LO FATAL

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Rubén Darío

DESPUÉS DEL DILUVIO, Arthur Rimbaud

DESPUÉS DEL DILUVIO

En cuanto la idea del Diluvio se sosegó,
Una liebre se detuvo entre los pipirigallos y las campanillas móviles, y dijo su plegaria al arco iris, a través de la tela de araña.
¡Oh! Las piedras preciosas que se ocultaban, -las flores que miraban ya.
En la gran calle sucia se establecieron las carnicerías y fueron lanzadas las barcas hacia el mar en alto, escalonándose, como en los grabados.
La sangre corrió, en casa de Barba Azul -en los mataderos-, en los circos, donde el sello de Dios hizo palidecer las ventanas. La sangre y la leche corrieron.
Los castores edificaron. Los mazagrans humearon en las tabernas.
En la gran casa de vidrios, todavía chorreante, los niños de luto miraron las maravillosas imágenes.
Una puerta crujió; y, en la plaza de la aldea, el niño hizo girar sus brazos, comprendido por todas las veletas y gallos de campanario, bajo el deslumbrante aguacero.
Madame*** instaló un piano en los Alpes. La misa y las primeras comuniones se celebraron en los cien mil altares de la catedral.
Las caravanas partieron. Y el Splendide-Hotel fue construido en el caos de hielos y noche del polo.
Desde entonces, la Luna oyó a los chacales plañendo en los desiertos de tomillo, -y a las églogas en zuecos gruñendo en el vergel. Después, en la arboleda violeta, llena de retoños, Eucaris me dijo que era la primavera.
 - Brota, estanque; - Espuma, rueda sobre el puente y por encima de los bosques; paños negros y órganos, relámpagos y truenos, subid y rodad; - Aguas y tristezas, ascended y reanimad los Diluvios.
Pues desde que se disiparon, -¡oh, las piedras preciosas enterrándose, y las flores abiertas! - es un tedio! Y la Reina, la Maga que alumbra su brasa en la vasija de barro, no querrá jamás contarnos lo que ella sabe y nosotros ignoramos.

Arthur Rimbaud
&
John William Waterhouse

jueves, 29 de enero de 2015

SIMBOLISMO Y SÍMBOLOS, Ricardo Gullón





   La mejor poesía del modernismo hispánico es de tendencia simbolista, influida, de un lado, por los simbolistas franceses del siglo XIX y, de otro, por el simbolismo tradicional o sea, por la necesidad de expresar un orden de realidades distinto de las tangibles que, como escribió San Juan de la Cruz en el prólogo al Canto espiritual, sólo puede manifestarse por medio de «extrañas figuras y semejanzas» Reconocía San Juan la existencia de lo inefable y la imposibilidad de manifestar en palabras ciertos sentires y movimientos del espíritu. Si los términos comunes —decía— no bastaran al Espíritu Santo «para dar a entender la abundancia de su sentido», menos podrían bastar a las limitaciones del verbo Propias del hombre; no cabe sino sugerir por medio de signos una equivalencia de esos impulsos oscuros, malamente dilucidables.
   El simbolismo, más que una escuela, es manera de creación caracterizada por la sugestión y, a veces, por el hermetis mo. Con él la poesía se conviene en un modo de penetración en zonas de sombra, que en los modernistas, como primero en los románticos, no son únicamente las de la noche, sino las del sueño, el delirio, el azar y aun la carne (pues la voluptuosidad llegó a parecer un método de conocimiento. Y vista como exploración, la poesía implica ascensiones y descensos, visión de cumbres y exploración de galerías, laberintos y subterráneos. Como experiencia, se relaciona en este período con doctrinas ocultistas y esotéricas, y la visión es parte del instrumental creativo. Quiere el poeta expresar, mediante un código verbal adecuado, analogías y correspondencias intuídas en el universo. En cuanto existe reconoce un alma; quizá natural, como la de los árboles o el agua, cuyas voces escucha; quizá incorporada, como en el espejo, donde algún personaje de Leopoldo Lugones encuentra amor y muerte Traducir lo inexpre sable y crear por ello un sistema de signos que lo declara son designios del poeta modernista Rubén Darío lo entendió mejor que nadie, y en su sistema, para sugerir lo que deseaba decir, echó mano de mitología y leyendas, exponiéndolas en imágenes y símbolos.
   Las figuras del mito despliegan su gracia en las páginas de los modernistas: sirenas y faunos, vírgenes y centauros... Salomé y Lorelei son símbolos, como lo son (más que realidades históricas) Ver-salles y Roma. Después veremos el sentido que se atribuye al parques, fuentes, aves y flores, sombras y nieblas.
   Entendido el misterio como realidad apremiante, la incitación a explorarlo fue grande. La concepción del mundo como representación les distanció de la realidad perceptible atrayéndolos a la que no se ve, a los reinos de sombra. Schopenhauer y Hugo concurrieron a fomentar esta incliación, impulsada también por Wagner y Dante Gabriel Rossetti, aquél que con una música propicia a la vaguedad y al ensueño y éste con una pintura (y una poesía) de misticismo estetizante, en la que emergen figuras que trascienden la realidad y aspiran a ser vistas como signos de mundos ideales y raros.
   Agente de comunicación con el misterio, el símbolo revela intuiciones que no podría explicm- quien tas experimenta; su plurivalencia justifica un margen de variación en el descifrado. Entender el símbolo con rigor, con cabal precisión, puede ser empresa árdua; rara vez será imposible. Transformado en arquetipo, descifrarlo no ofrece dificultades: El Cid o el Heroísmo, don Juan o el Seductor; esa facilidad puede girar hacia lo incierto, y una relativa ambigüedad se impone.
   Con su aproximación a un mundo situado más allá de los sentidos, irreductible a la ciencia, el simbolismo es acaso el más oblicuo entre los modos de la insumisión modernista. La protesta con
tra el positivismo y el cientificismo, contra los dogmas y convenciones sociales y contra la exigencia de dar a todo una explicación racional, caracteriza a los modernistas de lengua española. Rubén Darío se siente sacerdote de una religión eterna: la Belleza (así, con mayúscula), y Juan Ramón Jiménez se retira del mundo para confinarse en el espacio mágico de la creación poética. La estética y la ética les parecen dos caras del mismo fenómeno: lo bello es lo bueno por el hecho de su hermosura misma y lo bueno es de suyo hermoso.
Apenas se registra en el modernismo hispánico el extremo hermético en que se complacieron Mallarmé y Rimbaud. El misterio, como mostraron Darío y Antonio Machado, puede expresarse en formas transparentes, o casi: la fuente, la colmena y el sol sirvieron para sugerir la presencia (o el deseo) de Dios en un corazón desvalido. Machado había aprendido de Santa Teresa que el sim-bolo puede aludir a lo irracional por vías racionales. La dificultad de nombrar es superable sin reducir la intuición a signos enigmáticos. Cabe esforzarse en que sugerencia y alusión indiquen con un mínimo de oscuridad el alcance de lo intuído.
   La general accesibilidad del símbolo modernista (no faltan excepciones en poemas de Herrera Reissig, el último Juan Ramón Jiménez, y hasta de Antonio Machado) se debe a que se impuso entonces la utilización general de un repertorio de figuras que con variantes, añadimientos y restas se da de alta en casi todos los poetas de nuestro modernismo. Esta comunidad de sistema se deriva de coincidencia en ideologías y se refleja en la utilización de análogos recursos estilísticos.
El cisnc o el parque viejo, por ejemplo, proliferan como consecuencia de la necesidad o el deseo de disentir de las convenciones tradicionales. Al exaltar la belleza y exhibir la nostalgia, incluso si no resulta claro de qué se sienten nostálgicos, los poetas están rechazando indirectamente un presente deplorable. La idea de que el mundo social se basa en la fealdad (en la injusticia) y de que alzarse contra él es un deber moral,
suyace bajo esa actitud que, según acabo de indicar, es tanto ética como estética.
   Cuando, siguiendo a los románticos, cultivaron el nocturno como forma poética apropiada para el despliegue del sentimiento, respondieron a una exigencia de los tiempos tanto como a una motivación personal. En la música, en pintura y en poesía el nocturno se impuso. Y es natural, pues la noche es a la vez enigma y tentación; como enigma, incita al descifrado; como tentación, impulsa a compartir lo en ella oculto. Por eso el poeta quiere hacerse vidente, descubrir secretos inaccesibles a la mirada mortal. Machado dijo:

El alma del poeta
se orienta hacia el misterio. 
Sólo el poeta puede
mirar lo que está lejos
dentro del alma, en turbio 
y mago sol envuelto.

   El misterio está dentro del ser, y la sombra envuelta en luz. Ha de dejarse en libertad a la imaginación, y mirar, no en lo que se Ve, sino en lo que se fantasea o se sueña. En el nocturno, figuras y sucesos resuenan con resonancia peculiar: la noche, como en cierto poema de Darío, tiene un corazón que puede ser auscultado. Tal es el modo de comunicar con el universo, y la aspiración de lograrlo convierte al poeta en mago.
   En un texto de principios de siglo, Manuel de Montoliú se refirió al «poder de transformar lo individual en universal y de saber ver lo más sublime (es decir, ‘el gran secreto’, como dijo Goethe) en el fondo de la cosa más insignificante». Visión y transformación manifiestas en un simbolismo que el propio Montoliú calificaba de natural y necesario. Darío y José Asunción Silva utilizaron las posibilidades estilísticas del nocturno con gran sutileza, figuraron en el símbolo sensaciones y situaciones en que lo real y lo alucinado se dan la mano. Como en la pintura de Redon y de Moreau, un indeciso denominador común flota en el poema y una armonía sideral tiende a establecerse en él.
   La novela modernista no dejó de utilízar el símbolo como recurso de uso frecuente. Como en la lírica, servía para añadir una dimensión a lo narrado, proyectando tema y personajes más allá de lo literal, hacia una posibilidad de lectura que la novela realista suele ignorar. (La excepción serían ciertas obras de Galdós). Los modernistas no se creyeron obligados a ver las cosas según son, porque no creían, como los realistas pensaron (si así lo pensaron), que los límites de la verdad coincidieron con los de la realidad. Desde Amistad funesta, de José Martí, las cosas empiezan a cambiar; en La gloria de don Ramiro, de Enrique Larreta, y en Sangre patricia, de Manuel Díaz Rodríguez, el cambio es total: los personajes se mueven en un mundo concreto, bien perfilado, pero sus actos los desplazan a otro espacio, en donde alcanzan significación transcendente. A veces, como en la novela de Díaz Rodríguez, la alucinación es consustancial al personaje; otras, como en la de Larreta, el erotismo y la brujería descubren bajo el plano real una dimensión simbólica en que os fenómenos adquieren un sentido que la mera literalidad más encubre que descubre.
   Analizando Sangre patricia se observa que la figura central es presentada como diosa y vista a lo largo de la narración como flor o nereida. Varía la imagen, pero no la sustancia, vagorosa adrede, misteriosa por necesidad estética. Mostrarla en sus avatares dentro de la muerte-sombra en que existe (y, en contexto, sí cabe hablar de existencia en tal ámbito), impone la desrealización de la figura, que determina el curso de la acción desde una figuración en que encarnan impulsos elementales de lo que, desde finales del siglo XIX, empezaba a ser llamado lo Inconsciente (así, con mayúscula caracterizadora). En los cuentos de Clemente Palma y de Horacio Quiroga surgen fuerzas turbias, potencias que representan la malevolencia, la muerte o simplemente el destino. Pueden parecernos truculentos, pero en su truculencia hay alusiones a ultrarrealidades que trascienden la literalidad del texto.

RICARDO GULLÓN, "Simbolismo y símbolos", El simbolismo.Soñadores y visionarios, Tablate Miquis, Madrid, 1984.

miércoles, 28 de enero de 2015

A MI BUITRE, Miguel de Unamuno

A MI BUITRE

Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo.

El día en que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre, quiero
que me dejéis con él solo y señero
un momento, sin nadie como estorbo.

Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría

mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa en que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.

Miguel de Unamuno

viernes, 23 de enero de 2015

TÚ ME LLAMAS, AMOR, YO COJO UN TAXI, Luis García Montero

TÚ ME LLAMAS, AMOR, YO COJO UN TAXI

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,                                                                5
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros.                         10

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,                                    15
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,                                     20
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería
peor y más costoso                                                                 25
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.
Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.                                             30

No hay nada que decir,
pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,                                            35    
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen.

LUIS GARCÍA MONTERO, Diario cómplice, Hiperión, Madrid, 1987.
&
Magda Bonet


jueves, 22 de enero de 2015

CRISIS DE FIN DE SIGLO: DANDISMO


   El Dandy es un personaje del Romanticismo. Individualista, irracional en la razón, atrevido, el Dandy es todo un estilo. Es el rebelde que lleva arte y rebeldía a su persona y a su atuendo. Es Byron, que llora por su perro muerto y desdeña a los hombres, o que mide todas las mañanas la esbeltez de su talle, afirmando no alimentarse sino de bizcochos y agua carbónica. Es también Lord Baltimore (del que habla Baudelaire), quien se hizo construir un harén, por lo que fue obligado a abandonar Inglaterra, muriendo en Nápoles, camino de Turquía. El Dandy se rebela contra una sociedad –y un mundo- y adopta la esterilidad, la imposibilidad y el mal. Aunque esto no pase muchas veces de una estética o, a lo sumo, de una disidencia siempre individual. Porque el Dandy quiere separarse de los demás y ser así –en su personalismo- más rebelde.
    Tras el Romanticismo, nutrido de Dandies famosos –Brummell ante todos-, y, cuando ya el dandismo ha entrado de pleno en la literatura –el Dandy es un personaje que se mitifica, y su literatura se acerca a un estilo-, el dandismo sigue evolucionando. Así, surge el Dandy del Simbolismo, el decadente, el estilo “fin de siglo”. Baudelaire, quien se tiñe los cabellos de verde, o responde a quienes elogian su imponente levita que se abrocha con grandes botones de metal dorado: “Acabo de encargarme doce levitas iguales”. El Dandy intenta horrorizar al burgués y vencer a la mujer en su terreno (o en lo que una sociedad considera su terreno). De ahí el desdén hacia la mujer. De ahí el tono femenino. El Dandy puro no debe hacer nada. Vive solo para su manera. Traslada el arte, la creación, a su persona; hace de su vida un arte.

LUIS ANTONIO DE VILLENA, Corsarios de Guante Amarillo, Valdemar.

miércoles, 21 de enero de 2015

BLACK, BLACK, BLACK, Marta Sanz

MARTA SANZ, Black, black, black, Anagrama, Barcelona, 2010, 332 páginas.

***

La estructura de esta obra está bien calibrada. Tras el primer Black, aparece esa segunda parte en la que se suspende la intriga; por ello el lector ha de preguntarse por el sentido de esa interferencia.

Nerea Nogueira
***
Lo que más me impresionó, después de haber leído este elevado número de páginas, es ese final abierto que invita a la imaginación del lector.

Pablo Buyo
 ***
La comunidad de vecinos es como una pequeña muestra de la sociedad actual en la que la gente muestra una cara (como el detective Zarco), pero tiene otra distinta, que es la que desvela Paula cuando revela, por ejemplo, la invención de Luz.
Gala Illanes

 ***
La primera virtud de la novela se encuentra en que esta escritora obliga al lector a ser creativo y trabajar propiamente como un detective para entender el todo. [...] Otra excelencia es la distribución de los blacks. El lector piensa que el diario de Luz nada tiene que ver con la historia, por ello se decepciona durante la lectura. Aunque, si se pregunta qué ha querido hacer con ello, advierte que Marta Sanz desea que el lector se enfade, ya que no lo trata como un cliente al que se le da todo hecho, como ocurre en la mayoría de las novelas negras de crimen-resolución.

Nerea Nogueira
***
Marta Sanz ha sabido distribuir de forma ordenada los hechos relevantes que ha querido incluir en su novela y también adecuar la estructura a lo que los personajes (los anómalos vecinos del edificio y los intrusos Zarco y Paula) y las relaciones entre ellos piden, igual que reclama un espacio característico para el desarrollo de la acción y la trama.

María Peteiro

***
Mientras lee Black II el lector, al considerar que esa secuencia resuelve el caso, supone que las páginas siguientes supondrán un fatal pérdida de tiempo. Cuando se desvela que Luz ha escrito una ficción, la autora consigue dar un giro radical al relato de los acontecimientos.
Martín Gómez
***
Cuando el lector reflexiona sobre este mundo dominado por la violencia, la xenofobia, la soledad, el abandono... advierte que la crítica social que plantea Marta Sanz es profunda. Lo descrito resulta muy próximo al lector, incluida la mezcla de realidad y ficción que a muchas personas puede confundir.
Pablo Martínez

***
El obsesivo diario de Luz, con su cansino inventario de dietas, vicios y menstruaciones perdidas, reflexiona sobre la responsabilidad de la ficción, sobre las mentiras de las verdades y las verdades de las mentiras.

Paula Ois 

martes, 20 de enero de 2015

CRISIS DE FIN DE SIGLO: BOHEMIA


   Genéticamente, la actitud bohemia era una actitud de inadapta­ción social y protesta romántica e individualista contra el capitalis­mo y la clase burguesa. El sistema de valores bohemios (arte, belle­za, independencia, libertad, rebeldía) se oponía al código moral de la clase dominante. La actitud de rebelión y protesta del bohemio se alza contra la mediocridad y vulgaridad de la sociedad burguesa, con­tra la cual sólo cabe la enajenación voluntaria a través del ajenjo, la droga, el burdel o el narcótico del arte. Frente a la uniformidad so­cial, la protesta individualista del artista bohemio se expresa como fuente de liberación de su lucidez desesperada. Rimbaud o Verlaine ejemplifican esa voluntaria condición de artistas «malditos», de escri­tores «decadentistas» situados en los límites extremos de la margi ­ nalidad social.
   La desafiante actitud antiburguesa del artista bohemio se funda­menta en su odio a la burocratización de la vida, a la uniformidad social y a la mercantilización del arte. El artista bohemio no quiere vender ni admite dejarse comprar su imaginación creadora: «Intransigente, prefirió muchas veces la miseria a macular su pureza estéticas escribirá Rubén Darío del escritor español bohemio Alejandro Sawa. Porque el artista bohemio prefiere la absoluta independencia, el cotidiano e insuficiente menú de café con leche y media tostada, a vender su talento al «filisteo»—palabra que resume su desprecio por h ramplonería espiritual de la dase burguesa—. Admite el «acanallarse perpetrando traducciones» o el «hinchar telegramas» en una redacción de periódico como un mal menor asumido («las letras son colo­rín, pingajo y hambre»), pero el auténtico bohemio lo es por condición espiritual, por convicción mental, por libérrima decisión personal, por creer en unos ideales que son los del arte, realizados según la mitología bohemia. La verdadera bohemia no es una forma de vida, forzosa en la mayoría y caracterizada por una extrema penuria, sino una manera de ser artista, una condición espiritual sellada por el aristocratismo de la inteligencia. La vida bohemia se asume porque para el artista bohemio no hay arte sin dolor, o como decía Baude­laire, arte equivale a «malheur». La verdadera bohemia se vive, por tanto, como experiencia de libertad en el seno de una sociedad volun­tariamente margina], en donde el tiempo no es oro, sino ocio artísti­co, alcohol, búsqueda de paraísos artificiales, de alucinaciones mági­cas, de belleza y «falso azul nocturno».
   Esa actitud provocadoramente antiburguesa del escritor bohemio le conduce a una «pose» de anarquista literario, o una condición de «maldito» que se relaciona con los marginados sociales (homosexua­les, prostitutas, delincuentes), a experimentar el placer de demoler ideas y valores establecidos por medio de «boutades» con el objetivo expreso de «épater le bourgeois». [...]
   La concepción aristocrática de un «arte por el arte» es la que de­fienden la mayoría de escritores bohemios. Bohemia, anarquismo y aristocratismo artístico van unidos en la actitud estética «modernista» de bohemios como Sawa, Rubén Darío o Valle-Inclán. La concep­ción de Darío del modernismo como expresión de la libertad y el anarquismo en el arte; el grito del bohemio verlainiano Henry Cor­nuty en el teatro Barbieri de Madrid; los poemas de Pedro Barran­tes al puñal y a la dinamita en su Delirium tremens; el ¡Viva la bagatela! valleinclaniano; el paraguas rojo del joven Martínez Ruiz, terrible anarquista literario entonces y conservador Azorín después; el ¡Mueran los jesuitas! del Maeztu radical, son otros tantos signos de esa compleja posición anarcoaristocrática de los escritores españo­les finiseculares. La actitud bohemia de protesta antiburguesa se im­pregnaba claramente de anarquismo literario «pour épater le bour­geois».
   Pero, en rigor, los escritores bohemios sintieron una aversión y un profundo desprecio por la política oficial de la Restauración. In­dividualistas e insolidarios, incapaces, salvo honrosas excepciones, de establecer un compromiso político con los partidos de la clase obrera, desengañados de la política oficial, los escritores bohemios se cons­truyeron un paraíso artístico en donde la problemática política no tenía espacio. Excepciones eran, sin embargo, Ricardo Fuente, Joa­quín Dicenta, Rafael Delorme y el núcleo de la revista Germinal, defensores de un socialismo romántico y heterodoxo. También Pedro Luis de Gálvez, poeta bohemio, acabaría escribiendo narraciones anarcosindicalistas y Ernesto Bark, apóstol de la religión bohemia, fue igualmente un incansable predicador de la rebelión política del proletariado intelectual bohemio.
   El lenguaje cumple para el bohemio la función de dinamitar los puentes ideológicos y morales que le separan de la burguesía y de su sistema de valores (familia, propiedad, orden, sexo, religión).



AZNAR SOLER, Manuel, “Bohemia y burguesía en la literatura finisecular”, Historia y crítica de la literatura española, Editorial Crítica, Barcelona, 1980, páginas 77-79.


Henri Fantin-Latour 

lunes, 19 de enero de 2015

MOVING ON, James

AINSLIE HENDERSON, Moving on, 2014.

JAMES, "Moving on", La Petite Mort, Cooking vinyl, 2014.


MOVING ON

Please don't get me started
Looking backwards to move on.
Strong yet open-hearted,
Accept leaving when leaving's come.

God didn't see it coming,
Never said I love you, hope you knew.
Now my bags are packed and my sails are tacked
And my course is marked by stars,

[2x]
I'm on my way,
Soon be moving on my way,
Leave a little light on,
Leave a little light on,

Time always unwinding,
All these dead lines in my mind.
Seeds and dreams we planted
Took for granted, didn't prove.

Walking down this road
When my pulse beats slow,
Hope to have you close at hand.
When this cycle ends,
Will it start again?
Will we recognize old friends?

I'm on my way,
Soon be moving on my way,
Leave a little light on,
Leave a little light on.

I'm on my way,
On my way, on my way, on my way,
Leave a light on,
Leave a little light on.

I'm on my way,
Soon be moving on my way,
Leave a little light on,
Leave a little light on.

I'm on my way,
On my way, on my way, on my way.
Leave a light on,
Leave a little light on,
Leave a little light

domingo, 11 de enero de 2015

NOVELA NEGRA: BLACK, BLACK, BLACK

MARTA SANZ, Black, black, black, Anagrama, Barcelona, 2010, 332 páginas.



Novela negra.

   Denominación que se aplica a un subgénero narrativo (relacionado con la novela policíaca), que surge en Norteamérica a comienzos de los años veinte, y en el que sus autores tratan de reflejar, desde una conciencia crítica, el mundo del gansterismo y de la criminalidad organizada, producto de la violencia y corrupción de la sociedad capitalista de esa época. La expresión «novela negra») surge en Fnncia para designar una serie de novelas pertenecientes a este subgénero, traducidas y publicadas en la colección Gallimard (1945), y que Jacques Prévert denominó «Série Noire» por el simple hecho de llevar el color negro las pastas de dichos libros. Cuando, algo más tarde, comienzan a llegar las primeras películas americanas basadas en estos relatos (p. e., El halcón maltés, de John Huston, versión cinematográfica de la novela homónima de D. Hammett), quedará definitivamente fijada la expresión «filmes noirs» y «roman noirs» para las películas y novelas en las que se aborda la temática mencionada. En España coexiste esta denominación «novela negra» con las de «novela de crimen» o «novela criminal» y «novela policiaca».
   Aunque estos relatos siguen, fundamental mente, el esquema de la «novela policíaca (presencia de un crimen, investigación del mismo por un detective, descubrimiento y persecución de los culpables) y una organización análoga en el desarrollo de la historia (relato a la inversa, etc.), sin embargo, se diferencian de ésta en que el interés primordial no radica tanto en la resolución del enigma cuanto en la configuración de un cuadro de conflictos humanos y sociales, además de un estudio de caracteres, a partir de «un enfoque realista y sociopolítico de la contemporánea temática del crimen» (J. Coma, 1980). Otra diferencia fundamental radica en que, frente a la condición de “paraliteratura” asignada a buena parte de las novelas policiacas, la novela “negra norteanericana se ha convertido, gracias a sus grandes maestros, en un subgénero narrativo de indudable prestigio literario En este sentido, se deben recordar los juicios elogiosos de A. Malraux, A. Gide o L.Cernuda hacia la obra narrativa del iniciador de la novela negra, D. Hammett a quien el mencionado poeta español consideraba como «un escritor para escritores, un técnico agudo en el arte de la novela y un estilista»
   El contexto económico y sociopolítico que sirve de referente a estos relatos es la sociedad americana de los años veinte, caracterizada por la aparición de una cultura de masas (aglomeraciones urbanas, revolución de los medios de comunicación: prensa, radio, cine), exaltación del ideal del bienestar y del consumo, y también del triunfo y de la violencia inmigración y negocios sucios (alcohol, prostitución, apuestas) en busca de rápidas y grandes fortunas, etc. En este ambiente surgen bandas organizadas que trafican con el alcohol, el juego y la prostitución, amparándose en la actitud permisiva y corrupta de ciertas instituciones y personas de la administración (alcaldes, jueces, policías), que son sobornados por un gansterismo poderoso. Frente a este mundo degradado, surge la figura de un nuevo detective, que, junto al abogado y el periodista, se enfrentan a esta sociedad del crimen organizado. Esta nueva figura presenta unos rasgos de mayor dureza, inclinación a la violencia justiciera y a la acción individualista, al margen de la policía. Ejemplos de este nuevo detective serían Race Wiliams (personaje creado por C. J. Daly), Continental Op (creado por Hammet) etc.
   Entre los autores más notables de esta novela negra deben cirarse al ya mencionado D. Hammet (Cosecha roja, 1929; El halcón maltés, 1930; La llave de cristal, 1931, etc.), W. R. Burnett, R. Chandler, Ch. Himes, J. Thompson, etc. Esta novela norteamecicana va a contar con imitadores en Europa desde finales de los años treinta y, especialmente, a partir de la Segunda Guerra Mundial: P. Jeney, J. Hadley Chase y J. Symons en Inglaterra, Boris Vian, P. Boileau, .T Narcejac y J.Giovanni en Francia, G. Scerbanenco y L.Sciascia en Italia, F. Dürrenrnatt en Suiza, M. Vázquez Montalbán, J. Madrid, P. Casals, A. Martin, etc., en España, donde, a mediados de los ochenta surgió una colección titulada «Etiqueta Negra», en la Editorial Júcar, en la que se han publicado más de ciento treinta obras de este subgénero, entre cuyos autores figuran D. Hammett, Ch. Himes, J. Thompson, D. E. Westlake, etc., y escritores españoles como J. Madrid, J. Ibáñez, A. Martín, F. González Ledesma, etc. Sobre el desarrollo de esta novela negra (o policiaca, como algunos críticos siguen denominándola) en España, y su posible incidencia en la renovación de la narrativa contemporánea española, puede verse NOVELA POLICIACA.

DEMETRIO ESTÉBANEZ CALDERÓN, Diccionario de términos literarios, Alianza Editorial, Madrid, 1996, pp. 760-761.

jueves, 1 de enero de 2015

EXAMEN DE SELECTIVIDAD JUNIO 2014


   Las emisiones de las factorías chinas que fabrican bienes para el mercado estadounidense están contribuyendo a la formación de neblinas tóxicas (smog) de la costa oeste de Estados Unidos, según un nuevo estudio que muestra las dificultades para determinar quién es finalmente el responsable de Ia polución que afecta al planeta. China se ha convertido en la fábrica del mundo. Y ese comercio, en general beneficioso, también genera enormes emisiones de contaminantes como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, que son rápidamente transportados por los vientos globales —además de contribuir significativamente a los niveles de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero—.
   Según la Academia Nacional de Ciencias, las emisiones vinculadas a las exportaciones chinas provocaron en 2006 un incremento de entre un 3% y un 10% en las concentraciones de sulfato en superficie (una combinación de dióxido de azufre y otros gases) en la parte occidental de EEUU. En Los Ángeles, esa polución fue responsable de al menos un día extra de smog por año, en los que se excedieron los límites de contaminación por ozono (...).
   El estudio aporta pruebas de que Pekín podría y debería hacer más para reducir la polución, que daña a Ia población de ese país mucho más que a los estadounidenses. Los autores del estudio calculan que China podría cortar sus emisiones de dióxido de azufre hasta en un 62%, y los óxidos de nitrógeno en un 22%, si exigiera a las fábricas sistemas de eficiencia energética y control de emisiones. (...) Esa tecnología está disponible. Lo que se necesita es inversión y voluntad política.

(Traducción y adaptación del editorial del New York Times, 25 de enero de 2014) 


CUESTIONES
PRIMERA PARTE [2,5 PUNTOS]

1.  Explica el significado de las siguientes palabras o expresiones destacadas en el texto: factoria, tóxicas, emisiones, polución, eficiencia. [1,0 puntos]
2.  Resume el contenido del texto; hazlo entre 5 y 10 líneas. Si lo prefieres, puedes optar por elaborar un esquema ordenado que ponga de relieve las ideas principales. [1, 5 puntos]
SEGUNDA PARTE [1,5 PUNTOS]
3.  Redacta un comentario critico sobre el texto, manifestando tu acuerdo o desacuerdo con las ideas contenidas en él. Recuerda que debes elaborar un texto propio, argumentativo, bien organizado, redactado con corrección y adecuación.
TERCERA PARTE: CONTESTA A LAS DOS PREGUNTAS SIGUIENTES: [2, 0 PUNTOS]
4.  Busca en los dos primeros párrafos cinco palabras que utilicen la sufijación o la prefijación, escríbelas y señala el afijo subrayándolo (recuerda que no valen los participios y que pueden darse ambos fenómenos en la misma palabra). (1.0 puntos)

5.   Construye tres oraciones (o cláusulas) cuyos sujetos sean un sintagma o frase nominal o sustantiva, una subordinada de infinitivo y una construcción coordinada. (1.0 puntos)
CUARTA PARTE (4 PUNTOS)

6.  Indica en qué momento tiene lugar esta escena, a qué espacio se hace referencia (especifica su importancia en Ia obra) y quiénes son los protagonistas de este dialogo: (1.0 puntos)

Este era mi barrio -le dijo al inspector. Habían recogido todas las muestras y la ropa de la niña y las estaban guardando en el maletero-. Aquí estaba el cine de verano al que me traían mis padres todas las noches. (...) Me acuerdo de cuando inauguraron esta mierda de parque, quién te ha visto y quién te ve. (...). Era Ia última moda, venirse a pasear un domingo a los jardines. (...)  Mira en lo que ha quedado todo: jeringuillas y cristales de litronas. (Plenilunio).

7.  Principales símbolos machadianos en Campos de Castilla. (1.0 puntos)

8.  Di a qué movimiento o momento literario pertenecen los siguientes rasgos: (1.0 puntos)

a) en su poesía predominan los valores sensoriales, lo cual se traduce en un abundante empleo de sinestesias;

b) atracción por lo nocturno y misterioso;

c) reproducción exacta de personajes y ambientes;

d) Ia razón es más importante que los sentimientos;

e) las obras literarias deben ser didácticas.

9.  El teatro español anterior a Ia Guerra Civil: Benavente, Lorca y VaIle-Inclán. (1.0 puntos)