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martes, 5 de diciembre de 2017

LAS TRAGEDIAS RURALES, Federico García Lorca



LA POESÍA DE ANTONIO MACHADO Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


   Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez inician su obra poética  dentro del Modernismo, en los primeros años del siglo XX, pero ambos evolucionarán hacia principios estéticos distintos: Antonio Machado se acercará a la Generación del 98 mientras que Juan Ramón Jiménez se convertirá en el máximo representante del Novecentismo. Sus obras representan dos concepciones literarias tan antagónicas como influyentes, ya que inspirarán las dos grandes corrientes líricas a las que puede reducirse la poesía española del siglo XX: la línea ético-realista (Machado) y la estético-experimental (Juan Ramón Jiménez).

martes, 21 de noviembre de 2017

EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL: BENAVENTE, LORCA, VALLE-INCLÁN.


El teatro anterior a la Guerra Civil


En las primeras décadas del siglo XX coexisten dos tendencias teatrales muy marcadas: un teatro de gran éxito comercial, orientado hacia un público burgués, escasamente crítico y que aporta pocas novedades técnicas y un teatro innovador, que pretende ofrecer un nuevo tipo de obras, bien por su carga crítica, bien por sus innovaciones técnicas. Esta tendencia, sin embargo, fue en su mayoría un fracaso comercial.


José Gutiérrez Solana

sábado, 11 de noviembre de 2017

PRONOMBRE SE



  1. En invierno no se le alquila este piso a nadie.
  2. Se sirve de sus amigos para ciertos fines.
  3. Se lo entregué a la policía antes de que se enteraran mis padres.
  4. ¡Qué bien se está en este país!
  5. Los precios se han encarecido últimamente.
  6. Mi mujer se arregla varias veces al día.
  7. Juan se construyó un hermoso chalé en la sierra.
  8. Nunca se alegra de los triunfos ajenos.
  9. Se convocarán elecciones la semana próxima.
  10. A la prensa se le dará la noticia a su debido tiempo.
  11. Juan debe ir a la peluquería a cortarse el pelo.
  12. Futre se lesionó al golpear el balón.
  13. Este amigo mío se llama Pedro.
  14. Nunca se cree lo que digo.
  15. Ayer se convenció a los árbitros para que desconvocaran la huelga.
  16. Nunca se supo lo que había ocurrido.
  17. Se hace saber a todos que nuestras reivindicaciones han sido aceptadas.
  18. El atracador se entregó a la policía.
  19. Mi hija no se pinta aún los labios.
  20. Casi se lleva todos los libros de la librería.
  21. No se lo dije porque tuve miedo.
  22. Llegó tarde al estadio y se perdió la primera parte del partido.
  23. Juan y su novia se escriben todas las semanas.
  24. Juan y su novia han dejado de hablarse.
  25. La lampara se rompió al caerse al suelo.
  26. El Presidente se las sabe todas.
  27. El portero se dio un golpe contra el poste.
  28. Tu hijo se tiene por una persona muy lista.
  29. Se entregarán los premios dentro de dos horas. 31. Esto no se le puede decir a nadie.
  30. Se intenta hacer lo que se puede.
  31. Se trata de conocer las últimas noticias.
  32. El profesor se operó de apendicitis.
  33. El Madrid y el Barcelona se enfrentarán mañana en el Nou Camp.
  34. Juan se tiene que ir a casa.
  35. Juan se negó a marcharse.
  36. Mi padre y mi madre se abrazaron.
  37. Juan y su vecino no se hablan.
  38. Se han difundido por los periodistas noticias alarmantes.
  39. La puerta se abrió sigilosamente.
  40. El mérito habrá que dárselo a los jugadores.
  41. Se tiñe el pelo cada quince días en una peluquería muy cara.

lunes, 6 de noviembre de 2017

NIEBLA, Miguel Unamuno


 



  —Da gracias a que estoy durmiendo —le dije—, que si no…
   —Es igual. Y respecto a eso de resucitarme he de decirle que no le es hacedero, que no lo puede aunque lo quiera o aunque sueñe que lo quiere…
   —Pero ¡hombre!
   —Sí, a un ente de ficción, como a uno de carne y hueso, a lo que llama usted hombre de carne y hueso y no de ficción de carne y de ficción de hueso, puede uno engendrarlo y lo puede matar; pero una vez que lo mató no puede, ¡no!, no puede resucitarlo. Hacer un hombre mortal y carnal, de carne y hueso, que respire aire, es cosa fácil, muy fácil, demasiado fácil por desgracia… matar a un hombre mortal y carnal, de carne y hueso, que respire aire, es cosa fácil, muy fácil, demasiado fácil por desgracia… pero ¿resucitarlo?, ¡resucitarlo es imposible!
   —¡En efecto —le dije—, es imposible!
   —Pues lo mismo —me contestó—, exactamente lo mismo sucede con eso que usted llama entes de ficción; es fácil darnos ser, acaso demasiado fácil, y es fácil, facilísimo, matarnos, acaso demasiadamente demasiado fácil, pero ¿resucitamos?, no hay quien haya resucitado de veras a un ente de ficción que de veras se hubiese muerto. ¿Cree usted posible resucitar a don Quijote? —me preguntó.
   —¡Imposible! —contesté.
   —Pues en el mismo caso estamos todos los demás entes de ficción.
   —¿Y si te vuelvo a soñar?
   —No se sueña dos veces el mismo sueño. Ese que usted vuelva a soñar y crea soy yo será otro. Y ahora, ahora que está usted dormido y soñando y que reconoce usted estarlo y que yo soy un sueño y reconozco serlo, ahora vuelvo a decirle a usted lo que tanto le excitó cuando la otra vez se lo dije: mire usted, mi querido don Miguel, no vaya a ser que sea usted el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo ni muerto… no vaya a ser que no pase usted de un pretexto para que mi historia, y otras historias como la mía, corran por el mundo. Y luego, cuando usted se muera del todo, llevemos su alma nosotros. No, no, no se altere usted, que aunque dormido y soñando aún vivo. ¡Y ahora, adiós!
   Y se disipó en la niebla negra.
   Yo soñé luego que me moría, y en el momento mismo en que soñaba dar el último respiro me desperté con cierta opresión en el pecho.
   Y aquí está la historia de Augusto Pérez.

MIGUEL DE UNAMUNO, Niebla, 1914.

PÍO BAROJA, HEMINWAY Y EL ÁRBOL DE LA CIENCIA




   Lulú quedó en un estado de debilidad grande; su organismo no reaccionaba con la necesaria fuerza.
   Durante dos días estuvo en este estado de depresión. Tenía la seguridad de que se iba a morir.
   —Si siento morirme —le decía a Andrés— es por ti. ¿Qué vas a hacer tú, pobrecito, sin mí? —y le acariciaba la cara.
   Otras veces era el niño lo que la preocupaba y decía:
   —Mi pobre hijo. Tan fuerte como era. ¿Por qué se habrá muerto, Dios mío? Andrés la miraba con los ojos secos.
   En la mañana del tercer día, Lulú murió. Andrés salió de la alcoba extenuado.
   Estaban en la casa doña Leonarda y Niní con su marido. Ella parecía ya una jamona; él un chulo viejo lleno de alhajas. Andrés entró en el cuartucho donde dormía, se puso una inyección de morfina, y quedó sumido en un sueño profundo.
   Se despertó a media noche y saltó de la cama. Se acercó al cadáver de Lulú, estuvo contemplando a la muerta largo rato y la besó en la frente varias veces.
   Había quedado blanca, como si fuera de mármol, con un aspecto de serenidad y de indiferencia, que a Andrés le sorprendió.
   Estaba absorto en su contemplación cuando oyó que en el gabinete hablaban.
   Reconoció la voz de Iturrioz, y la del médico; había otra voz, pero para él era desconocida.
  Hablaban los tres confidencialmente.
  —Para mí —decía la voz desconocida— esos reconocimientos continuos que se hacen en los partos, son perjudiciales. Yo no conozco este caso, pero, ¿quién sabe? quizá esta mujer, en el campo, sin asistencia ninguna, se hubiera salvado. La naturaleza tiene recursos que nosotros no conocemos.
   —Yo no digo que no —contestó el médico que había asistido a Lulú—; es muy posible. 
   —¡Es lástima! —exclamó Iturrioz—. ¡Este muchacho ahora, marchaba tan bien!
  Andrés, al oír lo que decían, sintió que se le traspasaba el alma. Rápidamente, volvió a su cuarto y se encerró en él. 

   Por la mañana, a la hora del entierro, los que estaban en la casa, comenzaron a preguntarse qué hacía Andrés.
   —No me choca nada que no se levante —dijo el médico— porque toma morfina.
   —¿De veras? —preguntó Iturrioz.
  —Sí.
  —Vamos a despertarle entonces —dijo Iturrioz.
  Entraron en el cuarto. Tendido en la cama, muy pálido, con los labios blancos, estaba Andrés.
  —¡Está muerto! —exclamó Iturrioz.
   Sobre la mesilla de noche se veía de noche se veía una copa y un frasco de aconitina cristalizada de Duquesnel.
   Andrés se había envenenado.
   Sin duda, la rapidez de la intoxicación no le produjo convulsiones ni vómitos.
  La muerte había sobrevenido por parálisis inmediata del corazón.
  —Ha muerto sin dolor —murmuró Iturrioz—. Este muchacho no tenía fuerza para vivir. Era un epicúreo, un aristócrata, aunque él no lo creía.
   —Pero había en él algo de precursor —murmuró el otro médico.

PÍO BAROJA, El árbol de la ciencia, 1902.

GENERACIÓN DEL 98: BAROJA, UNAMUNO Y AZORÍN.

   El término Generación del 98 alude a un grupo de escritores que, en su juventud, se caracterizaron por una actitud muy crítica ante la situación de la España de fin del siglo XIX -simbolizada en el desastre del 98- y proclamaron la necesidad de una regeneración social, cultural y estética. La denominación “Generación del 98”  fue propuesta por Azorín en unos artículos de 1913 y, aunque fue rechazada incluso por alguno de sus miembros, hizo fortuna en la historia literaria. Suele incluirse en el grupo a Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín y Ramiro de Maetzu. Más discutida es la adscripción de Valle Inclán y Antonio Machado pues, si bien parte de su obra entronca con las características del 98, ambos tuvieron etapas anteriores cercanas al Modernismo y su obra, en conjunto, alcanzará una singularidad que excederá los límites de un grupo concreto. Por otra parte, hoy suele aceptarse que, tanto Modernismo como Generación del 98, no son movimientos antitéticos, sino tendencias de un mismo movimiento renovador, nacido de la crisis de fin de siglo.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LA VERDAD SOBRE EL CASO SAVOLTA: NOVELA HISTÓRICA, POLICÍACA O FOLLETÍN

Género literario: entre la novela histórica, la novela policíaca y el folletín.

La publicación de La verdad sobre el caso Savolta en 1975 supuso la confirmación de un cambio en la narrativa española; novelas como la de Mendoza recuperaban el interés por la historia y marcaban el consecuente abandono de un experimentalismo gratuito que había alejado a los lectores de las novelas escritas por narradores españoles.
A pesar de que Mendoza compone un texto en el que cobra mucha importancia la estructura (marcada por la presencia de múltiples voces narrativas y la yuxtaposición de secuencias con materiales de diversa índole), es innegable que la estrategia narrativa de Mendoza entronca plenamente con las propuestas de la Posmodernidad que solicitaban la desaparición de la frontera que separaba, hasta entonces, cultura de élite y cultura popular. No puede sorprender, por lo tanto, que La verdad sobre el caso Savolta busque satisfacer a todo tipo de lectores: a los que desean leer una novela histórica, a los que prefieren la intriga de una trama policial, a los que les complace un relato judicial o a los que demandan una historia sentimental.
El manuscrito que Mendoza hizo llegar a Seix Barral se titulaba Los soldados de Cataluña. El editor, Pere Gimferrer, le propuso a Mendoza el cambio del título. Esa decisión no fue inocente, porque incluir la palabra caso anuncia el uso de los ingredientes de la novela policial: un crimen como problema, una prolija y accidentada investigación como elemento central del relato y la resolución final del enigma.
Es cierto que Mendoza emplea esta estructura marcada por el suspense y la intriga, pero el uso que hace de estos elementos es deliberadamente transgresor (tómese como ejemplo la hilarante correspondencia entre el Comisario Vázquez y el sargento Totorno).
Es innegable también que Mendoza ofrece al lector una novela que retrata muy bien la Barcelona que en 1917 se enriquece mientras Europa se desangra durante la primera guerra mundial, las tensiones sociales que provocan el ejemplo de la Revolución rusa, el movimiento anarquista y el pistolerismo de los empresarios. La perfecta descripción de los espacios y los personajes, la reproducción de documentos históricos (los escritos del periodista inciendiario Pajarito de Soto o los documentos testificales) pueden permitir pensar al lector que está leyendo una novela histórica. Bastaría reparar, por ejemplo, en el empleo del esperpento y lo grotesco en esas descripciones, la caricaturización de algunos personajes (la familia del fundador de la empresa o todos los personajes del cabaret, incluidos los forzudos de María Coral), el uso de los nombres de los personajes (Javier Miranda —el observador, el testigo—, Claudedeu — en catalán “llave” o mano de Dios—, Pajarito de Soto —el patético periodista que se cree de altos vuelos—, Nemesio Cabra —su apellido anuncia su locura—…), o el maniqueísmo grosero que opone la virtuosa pobreza de los obreros frente a la perversa maldad de los burgueses, para percibir que el uso de elementos propios de la novela histórica sirve, sobre todo, para elevar un telón, un decorado. No existe en Mendoza afán de recuperar una memoria histórica.
El relato desdichado de la vida infeliz de Teresa (una mujer anulada por el proyecto revolucionario de su marido, que pagará con la soledad el atrevimiento de intentar vivir sinceramente el amor con Miranda) o la descripción de la vida, supuestamente regalada, de la frágil e indefensa María Rosa Savolta, o las desdichas que desencadena la omnipresente María Coral (un ejemplo evidente de mujer fatal decimonónica —gitana sensual como la Carmen de Mérimée—), sostienen el andamiaje de las novelas de folletín, con expectativas muy previsibles, pues, al fin y al cabo, estos personajes femeninos reproducen arquetipos propios de novelas decimonónicas: tramas tópicas para entretenimiento de cierto tipo de lectores.

El eclecticismo de tendencias, la variedad de discursos narrativos y los múltiples registros lingüísticos empapan La verdad sobre el caso Savolta. Mendoza acude a la tradición para transgredirla; el empleo de los diferentes subgéneros novelescos (novela histórica, novela policial o novela sentimental…) permite distintos niveles de lectura: desde la lectura ingenua del receptor poco instruido que percibe el andamiaje estructural de cada una de esas modalidades (la documentación de la novela histórica, el esquema enigma-solución de la novela policial o los previsibles obstáculos de las pasiones amorosas) a la del lector culto que es capaz de decodificar los elementos paródicos como juegos de ingenio.

martes, 17 de octubre de 2017

LITERATURAS APOLÍNEAS Y DIONISÍACAS

LITERATURAS APOLÍNEAS Y DIONISÍACAS

   Tras una primera fase, en la que las palabras sirven a una finalidad trascendente, surge en los creadores el convencimiento de que el lenguaje en sí mismo puede captar el interés del receptor por la belleza autónoma de la palabra. 

LITERATURAS APOLÍNEAS

   La belleza formal, la imitación de los modelos que propone la naturaleza y la fidelidad a unas normas establecidas por una autoridad, serán características de esta práctica que hallamos en las literaturas de Grecia o Roma, el Renacimiento (siglo XVI), el Neoclasicismo (siglo XVIII) y en el Realismo y Naturalismo de finales del siglo XIX. En todas ellas, la razón doblega a la pasión.

LITERATURAS DIONISÍACAS

   En la literatura de la Edad Media, el Barroco (siglo XVII), el Romanticismo (siglo XIX) o las Vanguardias históricas, la intuición del yo se impone a la norma establecida por la colectividad. El vitalismo del individuo, el genio creador, vive desatado por la pasión. Por ello, las normas solo parecen existir para ser transgredidas.

Ilustración: Ernesto Marenco

lunes, 16 de octubre de 2017

LITERATURAS MÍTICAS

LITERATURAS MÍTICAS

   En sus orígenes la palabra sirvió al mito: un relato que organiza el pensamiento de una colectividad y, por lo tanto, del que proviene un sentido religioso cohesionador. La literatura, pues, sirvió para explicar el mundo y ofrecer un sentido de la vida. Todos los pueblos disponen de una cosmogonía que, además de ofrecer una explicación de la vida, propone pautas de comportamiento para vivir en sociedad en el cumplimiento de la misión trascendente que justifica el sufrimiento del hombre en la tierra.

   El egipcio Libro de los Muertos, el maya Popol Vuh, los mitos griegos, los muchos libros que contiene la Biblia u otras confesiones religiosas encierran en su forma del mensaje signos inequívocos del empleo de herramientas que convierten el mensaje en memorable: la belleza de la palabra al servicio de la tribu.
Ilustración: Ronald Chase

lunes, 9 de octubre de 2017

UN EJEMPLO DE MODALIDAD DE FICCIÓN: Manuel Rivas



Amor, a ti vengo ahora a quejarme 
de mi señora, que te envía
donde yo duermo siempre a despertarme
 y me hace sufridor de tan gran pena.
Ya que ella no me quiere ver ni hablar
¿qué me quieres, Amor?
 

lunes, 2 de octubre de 2017

RESUMEN, ESQUEMA DE IDEAS, COMENTARIO CRÍTICO


   Roberto Carlos (ojo, el cantante, no el futbolista) nos metió la idea en la cabeza. Él plantó la semilla con su mítico «yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar». Años más tarde, llegada Mark Zuckerberg para regar la planta poniendo al alcance de un simple clic la amistad. Sin embargo, aunque nos empeñemos, nuestro cerebro no está de acuerdo. O por lo menos eso es lo que dice Robin Dunbar, que estableció en 1992 que 150 es el límite de relaciones estables que una persona puede mantener, cuyas circunstancias y datos se recuerdan. El número está relacionado con el tamaño y la capacidad de proceso de la neocorteza cerebral y el paralelismo observado en primates para predecir así el tamaño del grupo social de los humanos.
  Es decir, hablando claro, que solo podemos tener 150 amigos. Sí, aunque tengamos 500 en Facebook. Eso sí, no todo el mundo es tan radical como este antropólogo británico. «Depende de cada persona y de su estilo de vida. Hay características, como ser sociables o extrovertidos, que influyen en las relaciones, y en esto cada persona es un mundo», explica la psicóloga Luisa Pereda. Por su parte, para Verónica Herrán la clave es «no centrar la atención en el número, sino en la intensidad de la relación» ya Que a veces es suficiente contar con un mejor amigo (BEF para las nuevas generaciones) y después otras relaciones sin este nivel de profundidad.
  Aquí radica el quid de la cuestión: qué entiende cada uno por amigo. Hay que ser conscientes de que hoy, en los tiempos de las redes sociales, la palabra amigo ha perdido matices. En Facebook y Twitter (aunque aquí se habla de seguidores) ahora, y antes en Tuenti y Messenger, este vocablo es, para algunos, «una etiqueta para denominar lo que sedan los contactos de la agenda». ¿Todos amigos? No. son lo que otros llaman «amigos virtuales», que, en ocasiones, «buscan suplir las conexiones personales significativas de las que muchas personas carecen en la vida real. Si sustituyen a las relaciones humanas, estas se empobrecen y ahí tendríamos que valorar hacia dónde queremos ir y cómo estamos evolucionando». Ya lo dice el refrán: quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Y según Robin Dunbar, no son más de 150. Aunque, como asegura tu madre, los «de verdad» se cuentan con los dedos de una mano.
Alba Precedo, La Voz de Galicia, 29 de agosto de 2016, [adaptación]

***


Alba Precedo sostiene, basándose en estudios científicos, que los seres humanos no están capacitados para tener infinitas relaciones sociales. Por lo tanto, es evidente que en la sociedad virtual que promueven redes sociales como Facebook, el significado de la palabra amigo ha sido desvirtuado.


***
[ Antecedente]
  • Estudios científicos demuestran que existen límites en la relaciones sociales humanas.

[Consecuente]

  • La sociedad contemporánea ha desvirtuado el concepto de amistad: muchos supuestos vínculos son falsos.
***

Tesis:

La sociedad actual ha convertido también la amistad en un simulacro, una falsedad.



martes, 2 de mayo de 2017

A ORILLAS DEL DUERO, Antonio Machado


A ORILLAS DEL DUERO

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;

[...]


AMANECER DE OTOÑO, Antonio Machado


AMANECER DE OTOÑO

Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros. Zarzas, malezas, jarales.

Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor:
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos, caminando un cazador.
 

A UN OLMO SECO, Antonio Machado

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
  ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
  No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
  Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, 
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.



NOCHE DE VERANO, Antonio Machado

NOCHE DE VERANO

Es una hermosa noche de verano.
Tienen las altas casas
abiertos los balcones
del viejo pueblo a la anchurosa plaza.
En el amplio rectángulo desierto,
bancos de piedra, evónimos y acacias
simétricos dibujan
sus negras sombras en la arena blanca.
En el cénit, la luna, y en la torre,
la esfera del reloj iluminada.
Yo en este viejo pueblo paseando
solo, como un fantasma.

lunes, 1 de mayo de 2017

UNA ESPAÑA JOVEN, Antonio Machado

UNA ESPAÑA JOVEN


... Fue un tiempo de mentira, de infamia. A España toda,
la malherida España, de Carnaval vestida
nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda,
para que no acertara la mano con la herida.

Fue ayer; éramos casi adolescentes; era
con tiempo malo, encinta de lúgubres presagios,
cuando montar quisimos en pelo una quimera,
mientras la mar dormía ahíta de naufragios.

Dejamos en el puerto la sórdida galera,
y en una nave de oro nos plugo navegar
hacia los altos mares, sin aguardar ribera,
lanzando velas y anclas y gobernalle al mar.

Ya entonces, por el fondo de nuestro sueño —herencia
de un siglo que vencido sin gloria se alejaba—
un alba entrar quería; con nuestra turbulencia
la luz de las divinas ideas batallaba.

Mas cada cual el rumbo siguió de su locura;
agilitó su brazo, acreditó su brío;
dejó como un espejo bruñida su armadura
y dijo: “El hoy es malo, pero el mañana... es mío”.

Y es hoy aquel mañana de ayer... Y España toda,
con sucios oropeles de Carnaval vestida
aún la tenemos: pobre y escuálida y beoda;
mas hoy de un vino malo: la sangre de su herida.

Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre
la voluntad te llega, irás a tu aventura
despierta y transparente a la divina lumbre:
como el diamante clara, como el diamante pura.

FANTASÍA ICONOGRÁFICA, Antonio Machado

FANTASÍA ICONOGRÁFICA


La calva prematura
brilla sobre la frente amplia y severa;
bajo la piel pálida tersura
se trasluce la fina calavera.
Mentón agudo y pómulos marcados
por trazos de un punzón adamantino;
y de insólita púrpura manchados
los labios que soñara un florentino.
Mientras la boca sonreír parece,
los ojos perspicaces,
que un ceño pensativo empequeñece,
miran y ven, profundos y tenaces.
Tiene sobre la mesa un libro viejo
donde posa la mano distraída.
Al fondo de la cuadra, en el espejo,
una tarde dorada está dormida.
Montañas de violeta
y grasientos breñales,
la tierra que ama el santo y el poeta,
los buitres y las águilas caudales.
Del abierto balcón al blanco muro
va una franja de sol anaranjada
que inflama el aire, en el ambiente obscuro
que envuelve la armadura arrinconada.

ERA UN NIÑO QUE SOÑABA, Antonio Machado

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

UNA NOCHE DE VERANO, Anotnio Machado



Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!

CAMINOS, Antonio Machado


CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.

El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza

Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.

Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.

El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.

Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya, no puedo caminar con ella!


EL DIOS IBERO, Antonio Machado


EL DIOS IBERO

Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
y un "gloria a ti" para el Señor que grana
centenos y trigales
que el pan bendito le darán mañana.

«Señor de la ruïna,
adoro porque aguardo y porque temo:
con mi oración se inclina
hacia la tierra un corazón blasfemo.

»¡Señor, por quien arranco el pan con pena,
sé tu poder, conozco mi cadena!

»¡Oh dueño de la nube del estío
que la campiña arrasa,
del seco otoño, del helar tardío,
y del bochorno que la mies abrasa!

»¡Señor del iris, sobre el campo verde
donde la oveja pace,
Señor del fruto que el gusano muerde
y de la choza que el turbión deshace,

»tu soplo el fuego del hogar aviva,
tu lumbre da sazón al rubio grano,
y cuaja el hueso de la verde oliva,
la noche de San Juan, tu santa mano!

»¡Oh dueño de fortuna y de pobreza,
ventura y malandanza,
que al rico das favores y pereza
y al pobre su fatiga y su esperanza!

»¡Señor, Señor: en la voltaria rueda
del año he visto mi simiente echada,
corriendo igual albur que la moneda
del jugador en el azar sembrada!

»¡Señor, hoy paternal, ayer cruento,
con doble faz de amor y de venganza,
a ti, en un dado de tahúr al viento
va mi oración, blasfemia y alabanza!»

Este que insulta a Dios en los altares,
no más atento al ceño del destino,
también soñó caminos en los mares
y dijo: es Dios sobre la mar camino.

¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra
más allá de la suerte,
más allá de la tierra,
más allá de la mar y de la muerte?

¿No dio la encina ibera
para el fuego de Dios la buena rama,
que fue en la santa hoguera
de amor una con Dios en pura llama?

Mas hoy... ¡Qué importa un día!
Para los nuevos lares
estepas hay en la floresta umbría,
leña verde en los viejos encinares.

Aún larga patria espera
abrir al corvo arado sus besanas;
para el grano de Dios hay sementera
bajo cardos y abrojos y bardanas.

¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombres de España, ni el pasado ha muerto,
no está el mañana ?ni el ayer? escrito.

¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?

Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda.

domingo, 30 de abril de 2017

[SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS...], Antonio Machado


Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
 
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...

Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

Antonio Machado