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lunes, 28 de noviembre de 2011

EL MAGO, Pablo Sorrentino & Otros magos


EL MAGO

   Para mi cumpleaños, mamá me preguntó si quería que viniera un payaso o un mago. Los payasos me parecen estúpidos, de manera que elegí el mago.
   Éste resultó ser un hombre flaco y pálido, pero con unos cuantos detalles negros: el cabello, el bigotito, el esmoquin, el moñito y su valija maravillosa. Saludó con ademán anticuado y gentil, y los chicos empezamos a gritar:
   —¡El mago, el mago, el mago, el mago!
   El mago sonrió, complacido, y realizó diversas pruebas —que yo ya había visto en otros magos—, tales como, por ejemplo, multiplicar un solo pañuelo en siete u ocho, o extraer de una galera negra una paloma blanca. También, con los naipes que se usan en las películas del Lejano Oeste, hizo una cantidad de trucos que no logré entender.
   —Este prestidigitador es muy bueno —dijo papá en voz baja.
   El mago, no sé cómo, lo oyó:
   —Le agradezco su opinión —contestó—. Pero yo no soy un prestidigitador sino un mago.
   —Bueno —replicó papá, con su habitual suficiencia—. Digamos que es un mago, no un prestidigitador.
   —Veo que usted no me toma en serio. Para que se convenza, voy a convertirlo a usted en algún animal. ¿Cuál prefiere?

Sigue aquí:
   Cuentos de magia, Páginas de Espuma, Madrid, pp. 15-17.
o aquí:


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   El mago concentró toda su energía, y de sus manos sobresalía una luz fosforescente, que inundaba toda la habitación. Unos segundos después hubo un gran estallido, y todos los niños se escondieron debajo de las mesas y detrás de las sillas, para protegerse de cualquier cosa que pudiera ocurrir. Ese truco no funcionó. Unos segundos después de lo ocurrido y cuando los niños salieron de su escondite dijeron:
  —No ha pasado nada —afirmó mi amiga Adriana.
   —¿Pero qué es esto?—preguntó Lucia.
   —Una birria, el mago nos mintió, no hace magia de verdad.—dijo mi amigo Juan.
   —Veis niños, solo es un simple prestidigitador.—dijo mi padre.
   —Eso no es verdad, solo que a veces se retrasa un poco.—dijo el supuesto mago.
   —¿Por qué no, si no ha pasado nada?—preguntó mi madre.
   —¿Y por qué a veces se retrasa un poco?—dijo mi padre ya enfadadísimo.
   —Pues…—dijo el mago.
   Mis padres le interrumpieron:
   —¡Fuera de aquí, y no vuelva nunca!
   Mis padres, y mis amigos, e incluso yo le echamos a gritos de aquella habitación, y él salió corriendo con sus utensilios por la puerta principal. La verdad es que yo tenía mucho miedo cuando iba a lanzar el hechizo. Al siguiente día todos nos levantamos con: orejas de burro, cola de caballo, nariz de perro… en fin, convertidos en animales. El mago, ciertamente, tenía poderes, solo que el efecto de su conjuro se había retrasado un poco.

Manuela Ramos [1ºC]

***

   Después de convertir a papá en un hipopótamo, prosiguió convirtiendo uno por uno a todos los invitados en animales diferentes y me ordenó cuidar de todos. Yo no me sentía capaz. Al cabo de unas semanas, cuando estaba paseando a mis primos, que tenían el aspecto de gatos, perros, conejos y hurones, me encontré con una chica que también llevaba unos cuantos animales. En cuanto me vio, se detuvo, y me dijo que podía ayudarme: me dio un número de teléfono y se fue. Al día siguiente la llamé y quedé con ella en mi casa para hablar. Ese día, al volver del colegio, dispuesto a darle de comer a la multitud de especímenes que tenía en casa, me encontré, sorprendentemente, con todos mis amigos y familiares, otra vez humanos, pero mucho más raquíticos y sucios, esperándome para reprocharme lo mal que los había cuidado. Cuando se fueron, llamé a la chica que me había encontrado, pero nadie me contestó. Día tras día llamaba una y otra vez; sien embargo, nunca nadie descolgó el teléfono.

Sandra Pardo [1ºA]
***
   El mago decidió convertir al padre del niño en una serpiente. De pronto desapareció y unos instantes después reapareció, en forma de serpiente. Los niños se estaban divirtiendo mucho. El mago quedó satisfecho de haberle demostrado al padre del niño que era un mago de verdad. Decidió transformarlo otra vez en humano, pero no pudo. Pasaron las horas, consultando libros, imporvisando él hechizos... Al final, el mago cayó en la cuenta de que no puede volver a transformarlo él solo. Entonces pidió ayuda a los niños y entre todos lo conviertieron otra vez en un hombre.
   "El próximo año contrataremos a un payaso, al menos ellos no te convierten en serpiente durante varias horas" —pensó el padre del niño.

Lorena Castro Pombo [1ºB]
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   El mago dijo unas palabras mágicas y ¡pum!, mi padre desapareció. Pasaron los minutos y papá  no regresaba. El mago comenzó a contra: 5, 4, 3, 2, 1. De repente miré y allí estaba. Mi padre le dio la  razón y le dijo que era un mago, a pesar de que solamente lo había hecho desaparecer y no lo había convertido en un animal. Ante al insistencia de papá, el mago le aseguró que lo iba a  convertir en una animal y así fue. Al chasquido de sus dedos, mi padre se convirtió en un pato. Cundo le devolvió su forma humana, papá estaba boquiabierto, asombrado. Fue el mejor cumpleaños de mi vida: me lo pasé genial. Aunque  lo mejor de todo fue cuando el mago me convirtió  en león, pero ya esa es otra historia.

Alicia Fiaño  [1ºB]
***
   Todos mis amigos empezaron a gritar como locos diciendo todos sus animales preferidos, hasta que todos se convirtieron en ellos. Mi madre dijo que nunca iba volver a llamar ni a un mago, ni a un payaso, ni a nadie más.

Francisco Fernández Rodríguez   [1ºC]

2 comentarios:

  1. El final de Sandra és el que más me gusta.Enhorabuena, Sandra, y demás concursantes!

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  2. Sí,es el más adecuado para el libro.Es él que más se parece al verdadero.

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