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miércoles, 23 de enero de 2013
martes, 22 de enero de 2013
lunes, 21 de enero de 2013
EL RETRATO DE LA VIOLINISTA, Jack Mircala
EL RETRATO DE LA VIOLINISTA
Entre tanta antigüedad, cuelga un retrato discreto de fina tonalidad con un terrible secreto que causa incredulidad. ¶ Tras dos capas de barniz, una joven cuyo gesto muestra un trágico matiz toca en un violín funesto algo que la hace infeliz. ¶ Era ya noche cerrada cuando escuché un dulce son, una exquisita tonada. Salí de mi habitación, pero no se oía nada. ¶ ¡Mas qué inquietante visión! En el cuadro descubrí que sólo había un borrón. Ni la mujer ni el violín decoraban ya el salón.
§ Algo resonó al momento, y allí mismo pude ver que un huésped a ritmo lento, el duque de Fontelier, ¡tocaba el vil instrumento! ¶ Se paró justo a mi lado profundamente dormido, y en tal letárgico estado, por el cuadro fue engullido cual si lo hubieran pintado. ¶ Y en aquel formato extraño Fontelier quedó esgrimiendo la herramienta del engaño con cara de estar diciendo «¿qué pinto yo en este paño?» ¶ Fui corriendo al aposento del duque de Fontelier y hallé, sin conocimiento, a la muchacha que ayer era de tela y pigmento.
§ La incorporé y me abrazó calmada por mi presencia; su nombre me reveló, resultó llamarse Mencia, y esto es lo que me contó: ¶ Me detalló con soltura cómo hacía ya cien años, una melodía oscura la sedujo con engaños convirtiéndola en pintura. ¶ Y en tal pictórico estado perduró hasta que el violín, nuevamente encaprichado, la dejó salir al fin a cambio de un desdichado. ¶ Parece ser, se deduce, que el violín allí pintado tiene un poder que seduce, y al infeliz designado bajo el barniz introduce.
JACK MIRCALA, Lóbrego Romance, Pálido Fantasma, El Patito Editorial, Santiago de Compostela, 2010, 22-24.
lunes, 14 de enero de 2013
HERE COME THE SUN, EN LA OFICINA DEL PARO
Here comes the sun (du dn du du)
Here comes the sun
And I say
Its alright
Little darling
Its been a long cold lonely winter
Little darling
It seems like years since it's been here
Here comes the sun
Here comes the sun
And I say
Its alright
Little darling
The smiles returning to the faces
Little darling
It seems like years since it's been here
Here comes the sun (du dn du du)
Here comes the sun
And I say
Its alright
Sun, sun, sun, here it comes (four times)
Little darling
I see the ice is slowly melting
Little darling
It seems like years since it's been clear
Here comes the sun (du dn du du)
Here comes the sun
Its alright
Here comes the sun (du du du du)
Here comes the sun
Its alright
Its alright
Here comes the sun
And I say
Its alright
Little darling
Its been a long cold lonely winter
Little darling
It seems like years since it's been here
Here comes the sun
Here comes the sun
And I say
Its alright
Little darling
The smiles returning to the faces
Little darling
It seems like years since it's been here
Here comes the sun (du dn du du)
Here comes the sun
And I say
Its alright
Sun, sun, sun, here it comes (four times)
Little darling
I see the ice is slowly melting
Little darling
It seems like years since it's been clear
Here comes the sun (du dn du du)
Here comes the sun
Its alright
Here comes the sun (du du du du)
Here comes the sun
Its alright
Its alright
George Harrison
domingo, 13 de enero de 2013
LOS TRES MOSQUETEROS, Alejandro Dumas
D’Artagnan se acordó entonces de la recomendación:
«Si amáis vuestra vida y la de las personas que os aman, permaneced inmóvil y como si nada hubierais visto».
Se detuvo, por tanto, temblando no por él sino por la pobre mujer que, evidentemente, se había expuesto a un gran peligro dándole aquella cita.
El coche continuó su ruta caminando siempre a todo galope, se adentró en París y desapareció.
D’Artagnan había quedado desconcertado y sin saber qué pensar. Si era la señora Bonacieux y si volvía a París, ¿por qué aquella cita fugitiva, por qué aquel simple cambio de una mirada, por qué aquel beso perdido? Y si por otro lado no era ella, lo cual era muy posible porque la escasa luz que quedaba hacía fácil el error, si no era ella, ¿no sería el comienzo de un golpe de mano montado contra él con el cebo de aquella mujer cuyo amor por ella era conocido?
Los tres compañeros se le acercaron. Los tres habían visto perfectamente una cabeza de mujer aparecer en la portezuela, pero ninguno de ellos, excepto Athos, conocía a la señora Bonacieux. La opinión de Athos, por lo demás, fue que sí era ella; pero menos preocupado que D’Artagnan por aquel bonito rostro, había creído ver una segunda cabeza una cabeza de hombre, al fondo del coche.
—Si es así —dijo D’Artagnan—, sin duda la llevan de una prisión a otra. Pero ¿qué van a hacer con esa pobre criatura y cuándo volveré a verla?
—Amigo —dijo gravemente Athos—, recordad que los muertos son los únicos a los que uno está expuesto a volver a encontrar sobre la tierra. Vos sabéis algo de eso, igual que yo, ¿no es así? Ahora bien, si vuestra amante no está muerta, si es la que acabamos de ver, la encontraréis un día u otro. Y quizá, Dios mío —añadió con un acento misántropo que le era propio—, quizá antes de lo que queráis.
«Si amáis vuestra vida y la de las personas que os aman, permaneced inmóvil y como si nada hubierais visto».
Se detuvo, por tanto, temblando no por él sino por la pobre mujer que, evidentemente, se había expuesto a un gran peligro dándole aquella cita.
El coche continuó su ruta caminando siempre a todo galope, se adentró en París y desapareció.
D’Artagnan había quedado desconcertado y sin saber qué pensar. Si era la señora Bonacieux y si volvía a París, ¿por qué aquella cita fugitiva, por qué aquel simple cambio de una mirada, por qué aquel beso perdido? Y si por otro lado no era ella, lo cual era muy posible porque la escasa luz que quedaba hacía fácil el error, si no era ella, ¿no sería el comienzo de un golpe de mano montado contra él con el cebo de aquella mujer cuyo amor por ella era conocido?
Los tres compañeros se le acercaron. Los tres habían visto perfectamente una cabeza de mujer aparecer en la portezuela, pero ninguno de ellos, excepto Athos, conocía a la señora Bonacieux. La opinión de Athos, por lo demás, fue que sí era ella; pero menos preocupado que D’Artagnan por aquel bonito rostro, había creído ver una segunda cabeza una cabeza de hombre, al fondo del coche.
—Si es así —dijo D’Artagnan—, sin duda la llevan de una prisión a otra. Pero ¿qué van a hacer con esa pobre criatura y cuándo volveré a verla?
—Amigo —dijo gravemente Athos—, recordad que los muertos son los únicos a los que uno está expuesto a volver a encontrar sobre la tierra. Vos sabéis algo de eso, igual que yo, ¿no es así? Ahora bien, si vuestra amante no está muerta, si es la que acabamos de ver, la encontraréis un día u otro. Y quizá, Dios mío —añadió con un acento misántropo que le era propio—, quizá antes de lo que queráis.
- Sitúa este fragmento en el conjunto de la historia.
- Resume la historia.
- Desarrolla el tema: Función poética y literatura.
- Desarrolla el tema: El texto y sus tipos. Detalla las características del tipo de texto escrito por Alejandro Dumas.
- Busca en el texto dos ejemplos de frases simples y dos ejemplos de frases que presenten recursividad (unidad compleja y unidad compuesta).
- Identifica el tipo de unidad y función desempeñada en la unidad superior por los elementos subrayados, siguiendo el modelo, línea 1 D’Artagnan (frase sustantiva en función de SUJETO).
- Tipos de oraciones compuestas: escribe un pequeño texto en el que incluyas, al menos, un ejemplo de los tres tipos de oraciones compuestas. Después, caracterízalos.
- Analiza las oraciones siguientes señalando las funciones sintácticas oracionales:
- D’Artagnan se acordó entonces de la recomendación.
- Amigo, Vos sabéis algo de eso.
- ¿Por qué le había dado ella aquel beso perdido?
- El coche continuó su ruta caminando siempre a todo galope, se adentró en París y desapareció.
martes, 8 de enero de 2013
LOS TRES MOSQUETEROS, Alejandro Dumas
Durante
este tiempo, el huesped, que no dudaba de que era la presencia
del muchacho lo que echaba al desconocido de su hosteria, habia
subido a la habitacion de su mujer y habia encontrado a
D’Artagnan dueño por fin
de sus sentidos. Entonces, tratando de hacerle
comprender que la policia podria jugarle una mala pasada por haber
ido a buscar querella a un gran señor —porque, en opinion del
huesped, el desconocido no podia ser mas que un gran señor—, le
convencio para que, pese a su debilidad, se levantase y prosiguiese
su camino. D’Artagnan, medio aturdido, sin jubon y
con la cabeza toda envuelta en vendas, se levanto y, empujado por
el hostelero, comenzo a bajar; pero al llegar a la cocina, lo
primero que vio fue a su provocador que hablaba tranquilamente al
estribo de una pesada carroza tirada por dos gruesos caballos
normandos.
Su
interlocutora, cuya cabeza aparecia enmarcada en la portezuela, era
una mujer de veinte a veintidos años. Ya hemos dicho con que rapidez
percibia D’Artagnan una fisonomia; al primer vistazo comprobo
que la mujer era joven y bella. Pero esta belleza le
sorprendio tanto mas cuanto que era completamente extraña a las
comarcas meridionales que D’Artagnan habia habitado hasta
entonces. Era una persona palida y rubia, de largos cabellos que
caian en bucles sobre sus hombros, de grandes ojos azules languidos,
de labios rosados y manos de alabastro. Hablaba muy vivamente con
el desconocido.
—Entonces, su eminencia me ordena… —decia la dama.
—Volver inmediatamente a Inglaterra, y avisarle
directamente si el duque abandona Londres.
—Y
¿en cuanto a mis restantes instrucciones? —pregunto la bella
viajera.
—Estan
guardadas en esa caja, que solo abrireis al otro lado del canal de la
Mancha.
—Muy
bien, ¿que hareis vos?
—Yo
regreso a Paris.
—¿Sin
castigar a ese insolente muchachito? —pregunto la dama.
El
desconocido iba a responder; pero en el momento en que abria la boca,
D’Artagnan, que lo habia oido todo, se abalanzo hacia el umbral de
la puerta.
—Es
ese insolente muchachito el que castiga a los otros —exclamo—, y
espero que esta vez aquel a quien debe castigar no escapar como la
primera.
—¿No
escapar? —dijo el desconocido frunciendo el ceño.
—No,
delante de una mujer no osariais huir, eso presumo.
—Pensad —dijo Milady al ver al gentilhombre llevar
la mano a su espada—, pensad que el menor retraso puede perderlo
todo.
—Teneis razon —exclamo el gentilhombre—; partid,
pues, por vuestro lado; yo parto por el mio.
Y
saludando a la dama con un gesto de cabeza, se abalanzo sobre
su caballo, mientras el cochero de la carroza azotaba vigorosamente a
su tiro. Los dos interlocutores partieron pues al galope, alejandose
cada cual por un lado opuesto de la calle.
—¡Eh,
vuestro gasto! —vocifero el hostelero, cuyo afecto a su viajero se
trocaba en profundo desden al ver que se alejaba sin saldar sus
cuentas.
—Paga,
bribon —grito el viajero, siempre galopando, a su lacayo,
el cual arrojo a los pies del hostelero dos o tres monedas de plata,
y se puso a galopar tras su señor.
—¡Ah,
cobarde! ¡Ah, miserable! ¡Ah, falso gentilhombre! —exclamo
D’Artagnan lanzandose a su vez tras el lacayo.
Pero
el herido estaba demasiado debil aun para soportar semejante
sacudida. Apenas hubo dado diez pasos, cuando sus oidos le
zumbaron, le domino un vahido, una nube de sangre paso por sus ojos,
y cayo en medio de la calle gritando todavia:
—¡Cobarde, cobarde, cobarde!
—En
efecto, es muy cobarde —murmuro el hostelero aproximandose a
D’Artagnan, y tratando mediante esta adulacion de reconciliarse con
el pobre muchacho, como la garza de la fabula con su limaco nocturno.
—Si,
muy cobarde —murmuro D’Artagnan—; pero ella, ¡que hermosa!
—¿Quien ella? —pregunto el hostelero.
—Milady —balbuceo D’Artagnan.
- Repón las tildes desaparecidas.
- Sitúa este fragmento en el conjunto de la historia.
- Resume la historia.
- Desarrolla el tema: Función poética y literatura.
- Desarrolla el tema: El texto y sus tipos. Detalla las características del tipo de texto escrito por Alejandro Dumas.
- Busca en el texto dos ejemplos de unidades simples y dos ejemplos de unidades que presenten recursividad.
- Analiza las oraciones siguientes señalando las funciones sintácticas oracionales. [2 puntos]:
- La tibia luz de esta noche es perfecta para el crimen final.
- Le habían encargado un desenlace impactante.
- Pensaba en un final imprevisto.
- Fue asesinado en su habitación ante la mesa de su escritorio.
- ¿Quién es ella?
- El mosquetero se abalanzó sobre el caballo.
- Esta novela me la prestó muy contento mi amigo Javier durante las vacaciones.
- En esta historia hay varios personajes principales.
- Identifica el tipo de unidad y función desempeñada en la unidad superior por los elementos subrayados en el texto, siguiendo el modelo, línea 1 Durante (preposición en función de DIRECTOR de frase preposicional).
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