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miércoles, 21 de octubre de 2015

LA MÚSICA EN PLENILUNIO [02]: JOAN MANUEL SERRAT

[...] había un disco que a ella le gustaba por encima de todos, y que aún se sabe de memoria, aunque hace tiempo que no lo escucha, una selección de canciones de Joan Manuel Serrat que procuraba oír cuando él no estaba, no porque la criticase abiertamente, sino porque sonreía con cierta condescendencia, una sonrisa que era de esos gestos singulares que resumen un carácter y alertan sobre él, de desdén y de paciencia, de incansable vocación pedagógica. De ese disco a ella le gustaba sobre todo una canción, Tiempo de lluvia: le parecía que hablaba justo de aquel otoño de su vida, el de los veintidós años y el comienzo de todo, un otoño lento, de cielos limpios por las mañanas y atardeceres nublados y con viento, cuando lo más dulce de todo era entrar de noche en la cama y notar el roce ya cálido y agradecido de las sábanas sobre la piel, libre ahora del sudor del verano, más sensitiva, renacida, con un exceso de sensibilidad que ella aún no atribuía al embarazo, a la brizna de vida que crecía en su vientre. Tardes de lluvia en las que el sol volvía cuando ya se esperaba el anochecer, después de la oscuridad engañosa del nublado: miraba desde la ventana, aún sin cortinas, la lluvia resplandeciendo al sol oblicuo del atardecer, y al volverse hacia el interior de la habitación casi vacía estaba viendo el mismo lugar que retrataba la canción:

Es tiempo de lluvia,
de vivir de beso en beso
entre paredes de yeso
 y dejar los días correr…

   La canción estaba hecha para ella, para aquel septiembre y aquella tarde exacta en la que aún ignoraba que iba a tener un hijo a finales de la siguiente primavera, que sería así la estación inaugural de su maternidad, igual que el otoño estaba siendo la de su ingreso en el trabajo y en la vida conyugal. Es tiempo de lluvia, seguía escuchando, cantaba ella también, muy quedo, tiempo de amarse a media voz.

[pp. 87-88]
TIEMPO DE LLUVIA

De la noche a la mañana
llega junto a la ventana
con su frío aliento otoñal
y se acuna en el cristal
en un suave baile
entre los brazos del aire.

Sin saber cómo
de gris la casa se vistió,
como el plomo
el día amaneció.

Es tiempo de lluvia,
tiempo de amarse a media voz,
de oír de nuevo el tic-tac del reloj.
Es tiempo de lluvia.

De vivir de beso en beso
entre paredes de yeso
y dejar los días correr
sin mañana y sin ayer
porque no se acaba
ni mi amor, ni mi amada.

Acércate,
ven y siéntate.

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