ONOMATOPEYAS
En la plataforma, plas, plas, plas, de un autobús, tuf, tuf, tuf, de
la línea S (en el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que
sonaba), ¡pii!, ¡pii!.. pintarrajeado de rojo, a eso del medio
ding-dong-dingdong día, gemía la gente apretujada, ¡aj!, ¡aj! Y he aquí
quiquiriquí que un gallito gilí, jtururú!, que, iPuaf!, llevaba un
sombrerucho, ¡fiu!, se volvió cabreado, brr, brr, contra su vecino y le
dijo, hm hm: «Oiga, usted me está empujando adrede.» Casi se pegan,
plaf, smasch, pero en seguida el pollo, pío, pío, se lanzó, izas!, sobre
un sitio libre sentándose en él, ploc.
El mismo día, un poco más tarde, ding-dong-dingdong, vuelvo a verlo,
junto a la estación, ¡fss!, ¡fsss!, ¡puu!, ¡puu!, charrando, bla, bla,
bla, con otro efebo, ¡tururú!, sobre un botón del abrigo (trr, trr,
precisamente no hacía calor...)
Y chim-pum.
RAYMOND QUENEAU, Ejercicios de estilo, Cátedra, Madrid, 1989, p. 74.
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