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domingo, 2 de noviembre de 2014

LA AVENTURA DE SIMÓN

   El invierno se acercaba y los cuervos tenían ya sus nidos hechos. Una pequeña bandada de estos pájaros vivía en un grupito de robles cercanos a una aldea y por eso Luis siempre se preocupaba por los demás.
   -¡Eh, no os alejéis mucho del robledal! –les decía.
   -¿Por qué no? –preguntaban todos.
   -Porque en estos lares habitan unas criaturas horribles que, si nos ven, no descansarán hasta darnos caza.
   A pesar de sus advertencias, el pequeño Simón, un cuervo joven e inexperto, decidió salir a explorar el mundo. Era una mañana soleada y tranquila y Simón creía que nada podía pasarle. No obstante, tras atravesar las colinas y el prado, llegó a una humilde granja. Allí semejaba esperarle un hombre fornido que sostenía una horrible herramienta en sus descomunales manos, pero no era para darle la bienvenida, precisamente. En el mismo momento en que se cruzaron sus miradas, Simón supo que tenía que huir; pero, antes de poder reaccionar, un pequeño proyectil proveniente del arma que portaba el hombre impactó en el aparentemente frágil cuerpo del animalillo, haciéndole caer, indefenso. Cuando aquella bestia sin corazón se disponía a rematarlo, el Sabio Luis apareció entre la vegetación y agarró, con sus veteranas patas, el cuerpo de Simón, llevándoselo así por el aire. Antes de perderse tras las colinas pudo advertir, por el rabillo del ojo, cómo otra persona bastante más pequeña intentaba contener al hombre que había estado a punto de acabar con la vida de su amigo.
   Cuando llegaron a los nidos, le aplicaron a la herida de Simón unos remedios naturales y esta se fue curando poco a poco. Al preguntarle el resto de la bandada a Luis qué había pasado, éste les relató la historia con pelos y señales, y luego añadió:
   -Así son los Humanos. Atacan sin razón, aunque ellos piensan que tienen sus motivos. Dicen que nuestro canto les molesta, pero son ellos quienes contaminan el mundo acústicamente. Dicen que nos alimentamos de sus cultivos, pero son ellos quienes sacrifican pájaros para comerlos. Dicen que nosotros ensuciamos su mundo, pero son ellos quienes lo están echando a perder, y parece que les trae sin cuidado. Vivimos a un tiro de piedra de la especie más estúpida y peligrosa del planeta, así que deberíamos ser un poco más sensatos.
   -Pero fue una persona la que os salvó –objetó María.
  -Sí… Supongo que no todos los Humanos son tan inconscientes después de todo.

                                                                   Alberto Gómez Perales 2º ESO

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