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martes, 9 de abril de 2013

[ERAN DÍAS DE VACACIONES...], Nerea Nogueira


   Eran días de vacaciones, y decidimos irnos a nuestra casa de la aldea, pues mi madre pensaba que las cosas no estaban como para irse de viaje y además hacía mucho que no veía a la gente que vivía por allí.
   El lunes nos levantamos muy temprano, preparamos el equipaje, y pronto llegamos allí. Ese mismo día, cuando estábamos colocando los objetos que habíamos traído por la casa, y la ropa en el armario, vi que una furgoneta y un coche blanco se paraban enfrente del portal. Al poco rato sonó el timbre y mi madre cogió el telefonillo y empezó a hablar. Cuando paró, le pregunté quién era, y me contestó que los gitanos habían venido a ‘’vendernos calcetines’’. Dijo ‘’vendernos calcetines ‘’ porque ella, en realidad pensaba que venían aquí para mirar si había gente en la casa, y si no había, entrar a robar, como ya habían hecho otras veces.
   Todas estas cosas nos ponen muy nerviosas, y por eso apenas dormimos esa noche.
   Como a mí no me gustaba estar en la Aldea, le insistí en ir a algún lugar cercano. Ella me propuso Las Cíes, y yo acepté, me apetecía mucho bañarme en aquellas aguas cristalinas. Preparamos los bocadillos y esa tarde marchamos.Lo pasamos muy bien, pero cuando llegamos del viaje, vimos que algo había ocurrido en nuestro hogar. Entramos y vimos que faltaban muchas cosas: en la caseta, faltaba la lavadora; en la cocina, el microondas; en la habitación de mi hermano, su ordenador; y en la de mi madre, sus joyas. Nos pusimos de muy mal humor y llamamos a la policía. Mi madre le explicó lo sucedido esta mañana, y que ya  nos había pasado otras dos veces más, entonces la policía condenó a los gitanos a dos años en la cárcel y les puso una buena multa.
   El jueves, cuando ya estábamos todos más tranquilos, fui a dar un paseo en bicicleta. A través de un portal, pude ver a Mercedes, mi vecina poniendo la lavadora, y a sus dos hijas sacándose fotos en el jardín. No podía ser, pero... era nuestra lavadora y mi cámara.  No sabía qué hacer, María y Violeta eran muy amigas mías, y Mercedes era la vecina que mejor se llevaba con mi madre.
   Cuando conté lo que vi, nadie me creía, pero acabamos volviendo a llamar a la policía. Ésta liberó a los gitanos y pronto vino al pueblo. Efectivamente yo tenía razón, Mercedes era la ladrona. Nos contó que se sentía muy mal por lo hecho, que estaba loca, y que se quería morir. Que lo hiciera porque estaba sufriendo mucho la crisis y  apenas tenía dinero para comer y mucho menos para comprar ropa o tecnologías.
   Al final, Mercedes nos devolvió los objetos, y mi madre, fue comprensible y no se enfadó con ella, es más, se sentía mal por haber culpado a los gitanos y hasta les compró los calcetines.
   Al fin y al cabo, en mi opinión fueron unas vacaciones muy divertidas, y espero que el año que viene sean iguales o mejores.

Nerea Negueira

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