MARCO.
Término utilizado en pintura para designar el cerco en el que se encierra un cuadro, y recogido en teoría literaria para aludir a un conjunto narrativo en el que «la historia principal se ve interrumpida en su desarrollo por la inserción de relatos contados por los personajes de la narración inicial» (M. J. Lacarra, 1979). La historia principal sirve de “marco” en el que se engastan las historias secundarias, a las que se denomina, por ello, «relatos con marco» o enmarcados. El relato marco o historia principal generalmente se mantiene inalterado, mientras que las narraciones insertadas pueden intercambiarse por otras. Los relatos engastados suelen situarse en un tiempo pasado, y en ellos se narran acontecimientos vividos o presentados por el narrador, o bien leídos o escuchados a otro relator.
Este procedimiento narrativo figura ya en las colecciones de cuentos orientales, como la del Panchatantra y en versiones occidentales como las castellanas del Calila, el Sendebar y el Barlaam. De todas ellas es el Sendebar la que mejor representa el ejemplo de «novela marco»: consta de veintitrés cuentos, narrados por personajes de la historia principal, que los relacionan con el caso de dicha historia: un joven acusado de seducción por su madrastra y expuesto a ser condenado por su padre. Esta acción principal se detiene para dar paso a los sucesivos relatos (de la madrastra, los siete privados y el joven), que condicionan el veredicto del padre. Oído el cuento final del joven, se reanuda la acción-marco: el padre condena a la mujer, con lo que finaliza el conjunto narrativo.
Aparte de esta forma de narrar cuentos para impedir el cumplimiento de una acción (aparece también en Las mil y una noches), existe otro, de tipo pedagógico, que utiliza un maestro para responder a las preguntas o dudas planteadas por su discípulo: aparece en Barlaam y Josafat (el anciano acude a relatos y parábolas para iniciar al príncipe en los dogmas y misterios de la religión cristiana) y en El Conde Lucanor, de Don Juan Manuel.
Finalmente, los relatos pueden insertarse en el marco de una historia principal con el objetivo de divertir a los oyentes, copartícipes de una acción principal. Este método, que figura ya en las citadas Las mil y una noches (el califa Harún al Raschid gusta de oír cuentos narrados por Alí «para distraerse y alegrarse»), será utilizado por Boccaccio en el Decamerón, por Chaucer, en los Cuentos de Canterbury, y por autores de cuentos españoles del siglo XVII. En estas obras, el relato marco viene constituido por el hecho de que una serie de personajes, que se han encontrado por diversos motivos (la peste, un viaje, la peregrinación, fiesta, etc.), comienzan a narrar historias para evadirse o divertirse en el transcurso de dichos acontecimientos o situaciones.
En terminología teatral se habla de marco escénico para significar la forma con que se presenta al público el espacio en el que se va desarrollar la representación dramática. La escenografía condiciona la posición y movientos de los actores en este espacio, así como el encuadre marca la distancia y perspectiva a través de la cual los espectadores van seguir dicha representación. En algunos dramas contemporáneos, por ejemplo, Seis personajes en busca de autor, de Pirandello, se advierte un intento de liberación de ese marco condicionante, con el fin de traspasar las barreras existentes entre el teatro y el mundo de los espectadores.
DEMETRIO ESTÉBANEZ CALDERÓN, Diccionario de términos literarios, Alianza Editorial, Madrid, 1999 (1996), pp. 648-649.
«En realidad, la peripecia de la joven que utiliza el acto de narrar como una artimaña para eludir la muerte no es más que una hermosa excusa para presentar al lector una amplia colección de cuentos. Al recurrir a esa estrategia, el libro prosigue una larga tradición literaria, pues en Oriente son numerosas las obras que utilizan una historia-marco para intercalar en ella todo tipo de cuentos. Durante la Edad Media, la costumbre fue imitada en diversos libros europeos; entre los españoles, el más destacado es El conde Lucanor, que fue compuesto por el infante don Juan Manuel hacia 1330 y que intercala cincuenta relatos en las conversaciones que mantienen un conde y su consejero. Cada vez que un problema lo atribula, el conde recurre a su criado Patronio, quien lo adoctrina con un cuento de intención moral; después de cada historia, el conde aplica a su problema la enseñanza recibida, y el éxito del consejo revela la inagotable sabiduría de Patronio. En Italia, la historia-marco más celebrada es la del Decamerón, libro escrito por Giovanni Boccaccio entre 1348 y 1353; en el relato que encuadra la obra, diez jóvenes escapan de la peste que asóla la ciudad de Florencia y se refugian en una casa de campo. A lo largo de las dos semanas que pasan en ella, los jóvenes se relatan un conjunto de cien relatos que abarcan todos los aspectos de la vida humana. De forma análoga, en los Cuentos de Canterbury, que Geoffrey Chaucer compuso entre 1387 y 1400, treinta peregrinos se relatan historias mientras viajan a caballo hacia el santo sepulcro de Thomas Becket».
Brian Alderson
&
Quint Buchholz
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