DEFINICIÓN DE LITERATURA
Si
a una persona se le encomienda la tarea de buscar literatura, lo
esperable es que no pierda mucho tiempo en entrar en una librería.
Es
frecuente pensar que la literatura sólo está contenida en los libros,
cuando, la literatura conoce, en la actualidad (y siempre ha conocido), múltiples soportes: los muros pintados desde 1996 por Acción Poética,
los guiones radiofónicos, de películas o series de Televisión,
canciones (rap, hip hop, rock...), periódicos, discursos o, incluso,
algunas conversaciones en las que los interlocutores privilegien la
belleza del lenguaje.
Además, conviene recordar que la literatura es anterior a la aparición de la imprenta
e incluso a la escritura, como evidencia el hecho de que los pueblos
ágrafos atesoren —también nuestros antepasados analfabetos— repertorios
de canciones, relatos, leyendas u oraciones.
En
suma, podemos afirmar que la literatura existe desde tiempos
inmemoriales, desde el momento en el uso del lenguaje, tal vez
litúrgico, pesó más
que el contenido del mensaje, la forma, bella y memorable, que adoptaban
las palabas.
¿Qué define a la literatura?
Esta medida varía por diversos motivos: el tiempo, el espacio y el
factor social (individuo frente a sociedad).
Si reparamos en el paso del
tiempo, es fácil advertir que antaño merecían la consideración de literatura formas como las
hagiografías
(biografías de santos) o libros de oraciones, que no gozarán ahora de
esa sanción en un mundo que, aunque judeocristiano, propende al
agnosticismo y al ateísmo.
También es evidente que ahora consideramos literatura, manifestaciones estéticas que no existían en el pasado (
cine, videoclip,
novela gráfica,
videojuego...) o que no merecían esa consideración cultural.
Siempre existieron formas narrativas hiperbreves, pero será a principios del siglo XXI cuando el
microrrelato
adquiera estatuto de cuarto género narrativo. También siempre la
literatura ha abierto la puerta al erotismo, pero solo a partir de los
años 60 del siglo XX (
Henry Miller, Anaïs Nin, D.H. Lawrence...) obtiene el respeto del que goza en la actualidad la
novela erótica, que, junto a la
novela negra,
ya no son consideradas manifestaciones degradadas de cultura popular,
pues, desde la posmodernidad —principios de los años 80 del siglo XX— ya
no existe semejante frontera entre cultura de élite y cultura popular,
como demuestran las producciones cinematográficas de Quentin Tarantino,
Umberto Eco, o la elevadísima calidad literaria de las series de
televisión como la shakespeariana
Breaking Bad,
Chernobil o
La casa de papel. Las
buenas
series de televisión son tal vez otra gran aportación del siglo XXI a
un canon que ya se había visto ampliado cuando una de las entidades
prescriptoras de mayor prestigio internacional, la sueca Fundación
Nobel, concedió en 2015 el Nobel de Literatura a la periodista
bielorrusa
Svetlana Alexiévich y un año después al cantante
Bob Dylan.
Ambos autores no habían publicado libros.
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