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viernes, 13 de noviembre de 2015

MACONDO, Alberto Manguel & Gianni Guadalupini


MACONDO

   Pueblo colombiano fundado mucho tiempo atrás por José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación siempre iba más lejos que el ingenio deja naturaleza. José Arcadio dispuso de tal modo la posición de las casas que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. Construyó trampas y jaulas, y llenó de turpiales, canarios, azulejos y petirrojos todas las casas de la aldea. El concierto de tantos pájaros distintos llegó a ser tan estruendoso que los gitanos que todos los años llegaban a Macondo para mostrar a sus habitantes la última maravilla del mundo se orientaban por el canto de los pájaros.
   Hacia el oriente la sierra protege a Macondo; al sur están los pantanos, cubiertos de un eterno manto vegetal, y el vasto universo de la ciénaga grande. Esta se confunde al occidente con una extensión acuática sin horizontes, donde hay cetáceos de piel delicada con cabeza y torso de mujer, que pierden a los navegantes con el hechizo de sus firmes y tentadores pechos. Al norte, después de varios días de marcha a través de una peligrosa jungla, se encuentra el mar.
   Entre los acontecimientos más extraordinarios de la historia de Macondo está la epidemia de insomnio que se abatió sobre la aldea. Lo más temible de esta enfermedad no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia la pérdida de la memoria.
   No se permitía a los forasteros comer ni beber nada durante su estancia en Macondo, pues no había duda de que la enfermedad era contagiosa. Para no olvidar qué eran las cosas, las marcaron con su nombre respectivo: «cacerola», «mesa», «vaca», «flor». En la en­trada del camino de la ciénaga pusieron un cartel que decía «Macondo» y otro más grande en la calle central que decía «Dios existe». (Gabriel García Márquez, Cien años de soledad Buenos Aíres, 1967)


ALBERTO MANGUEL & GIANNI GUADALUPINI, Guía de los lugares imaginarios, Alianza Editorial, Madrid, 2014, pp. 352-353.






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