D’Artagnan se acordó entonces de la recomendación:
«Si amáis vuestra vida y la de las personas que os aman, permaneced inmóvil y como si nada hubierais visto».
Se detuvo, por tanto, temblando no por él sino por la pobre mujer que, evidentemente, se había expuesto a un gran peligro dándole aquella cita.
El coche continuó su ruta caminando siempre a todo galope, se adentró en París y desapareció.
D’Artagnan había quedado desconcertado y sin saber qué pensar. Si era la señora Bonacieux y si volvía a París, ¿por qué aquella cita fugitiva, por qué aquel simple cambio de una mirada, por qué aquel beso perdido? Y si por otro lado no era ella, lo cual era muy posible porque la escasa luz que quedaba hacía fácil el error, si no era ella, ¿no sería el comienzo de un golpe de mano montado contra él con el cebo de aquella mujer cuyo amor por ella era conocido?
Los tres compañeros se le acercaron. Los tres habían visto perfectamente una cabeza de mujer aparecer en la portezuela, pero ninguno de ellos, excepto Athos, conocía a la señora Bonacieux. La opinión de Athos, por lo demás, fue que sí era ella; pero menos preocupado que D’Artagnan por aquel bonito rostro, había creído ver una segunda cabeza una cabeza de hombre, al fondo del coche.
—Si es así —dijo D’Artagnan—, sin duda la llevan de una prisión a otra. Pero ¿qué van a hacer con esa pobre criatura y cuándo volveré a verla?
—Amigo —dijo gravemente Athos—, recordad que los muertos son los únicos a los que uno está expuesto a volver a encontrar sobre la tierra. Vos sabéis algo de eso, igual que yo, ¿no es así? Ahora bien, si vuestra amante no está muerta, si es la que acabamos de ver, la encontraréis un día u otro. Y quizá, Dios mío —añadió con un acento misántropo que le era propio—, quizá antes de lo que queráis.
«Si amáis vuestra vida y la de las personas que os aman, permaneced inmóvil y como si nada hubierais visto».
Se detuvo, por tanto, temblando no por él sino por la pobre mujer que, evidentemente, se había expuesto a un gran peligro dándole aquella cita.
El coche continuó su ruta caminando siempre a todo galope, se adentró en París y desapareció.
D’Artagnan había quedado desconcertado y sin saber qué pensar. Si era la señora Bonacieux y si volvía a París, ¿por qué aquella cita fugitiva, por qué aquel simple cambio de una mirada, por qué aquel beso perdido? Y si por otro lado no era ella, lo cual era muy posible porque la escasa luz que quedaba hacía fácil el error, si no era ella, ¿no sería el comienzo de un golpe de mano montado contra él con el cebo de aquella mujer cuyo amor por ella era conocido?
Los tres compañeros se le acercaron. Los tres habían visto perfectamente una cabeza de mujer aparecer en la portezuela, pero ninguno de ellos, excepto Athos, conocía a la señora Bonacieux. La opinión de Athos, por lo demás, fue que sí era ella; pero menos preocupado que D’Artagnan por aquel bonito rostro, había creído ver una segunda cabeza una cabeza de hombre, al fondo del coche.
—Si es así —dijo D’Artagnan—, sin duda la llevan de una prisión a otra. Pero ¿qué van a hacer con esa pobre criatura y cuándo volveré a verla?
—Amigo —dijo gravemente Athos—, recordad que los muertos son los únicos a los que uno está expuesto a volver a encontrar sobre la tierra. Vos sabéis algo de eso, igual que yo, ¿no es así? Ahora bien, si vuestra amante no está muerta, si es la que acabamos de ver, la encontraréis un día u otro. Y quizá, Dios mío —añadió con un acento misántropo que le era propio—, quizá antes de lo que queráis.
- Sitúa este fragmento en el conjunto de la historia.
- Resume la historia.
- Desarrolla el tema: Función poética y literatura.
- Desarrolla el tema: El texto y sus tipos. Detalla las características del tipo de texto escrito por Alejandro Dumas.
- Busca en el texto dos ejemplos de frases simples y dos ejemplos de frases que presenten recursividad (unidad compleja y unidad compuesta).
- Identifica el tipo de unidad y función desempeñada en la unidad superior por los elementos subrayados, siguiendo el modelo, línea 1 D’Artagnan (frase sustantiva en función de SUJETO).
- Tipos de oraciones compuestas: escribe un pequeño texto en el que incluyas, al menos, un ejemplo de los tres tipos de oraciones compuestas. Después, caracterízalos.
- Analiza las oraciones siguientes señalando las funciones sintácticas oracionales:
- D’Artagnan se acordó entonces de la recomendación.
- Amigo, Vos sabéis algo de eso.
- ¿Por qué le había dado ella aquel beso perdido?
- El coche continuó su ruta caminando siempre a todo galope, se adentró en París y desapareció.
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