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lunes, 21 de enero de 2013

EL RETRATO DE LA VIOLINISTA, Jack Mircala


EL RETRATO DE LA VIOLINISTA

   Entre tanta antigüedad, cuelga un retrato discreto de fina tonalidad con un terrible secreto que causa incredulidad. ¶ Tras dos capas de barniz, una joven cuyo gesto muestra un trágico matiz toca en un violín funesto algo que la hace infeliz. ¶ Era ya noche cerrada cuando escuché un dulce son, una exquisita tonada. Salí de mi habitación, pero no se oía nada. ¶ ¡Mas qué inquietante visión! En el cuadro descubrí que sólo había un borrón. Ni la mujer ni el violín decoraban ya el salón.
   § Algo resonó al momento, y allí mismo pude ver que un huésped a ritmo lento, el duque de Fontelier,  ¡tocaba el vil instrumento! ¶ Se paró justo a mi lado profundamente dormido, y en tal letárgico estado, por el cuadro fue engullido cual si lo hubieran pintado. ¶ Y en aquel formato extraño Fontelier quedó esgrimiendo la herramienta del engaño con cara de estar diciendo «¿qué pinto yo en este paño?» ¶ Fui corriendo al aposento del duque de Fontelier y hallé, sin conocimiento, a la muchacha que ayer era de tela y pigmento.
   § La incorporé y me abrazó calmada por mi presencia; su nombre me reveló, resultó llamarse Mencia, y esto es lo que me contó: ¶ Me detalló con soltura cómo hacía ya cien años, una melodía oscura la sedujo con engaños convirtiéndola en pintura. ¶ Y en tal pictórico estado perduró hasta que el violín, nuevamente encaprichado, la dejó salir al fin a cambio de un desdichado. ¶ Parece ser, se deduce, que el violín allí pintado tiene un poder que seduce, y al infeliz designado bajo el barniz introduce.

JACK MIRCALA, Lóbrego Romance, Pálido Fantasma, El Patito Editorial, Santiago de Compostela, 2010,  22-24.

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