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martes, 18 de diciembre de 2012

CUENTOS DE INVIERNO, Grégoire Solotareff


GRÉGOIRE SOLOTAREFF, Cuentos de invierno, Anaya, 2004, 211 páginas.
                                             
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 23 de diciembre
                                                      
DIOS FABRICÓ LA TIERRA EN SEIS DÍAS       

   Había llegado el momento en que Papá Noel tenía motivos para preocuparse. No le quedaban más de veinticuatro horas para terminar algunos centenares de millones de regalos, y no se puede decir que sea mucho tiempo veinticuatro horas.
   «Después de todo —pensó—, si todos los años me ha dado tiempo, en una sola noche, a visitar mil millones de casas, descender por mil millones de chimeneas, colocar los regalos alrededor de mil millones de abetos, y regresar después a mi casa, tengo tiempo de sobra  para terminar todos mis regalos en veinticuatro horas. ¡Dios fabricó la Tierra en seis días! ¡Yo no soy Dios, pero vamos!».
   ¡Se estaba tan bien en su pequeño dormitorio! El fuego chisporroteaba en el hogar, la cama era tan mullida, el té estaba tan calentito... Bebió primero un sorbo, luego otro, hasta que yació completamente la taza, después, la volvió a colocar con cuidado en su  platito y se durmió.
   Cuando se despertó, todavía era de noche. ¿O más bien ya era de noche?
   Los duendes llevaban ya un buen rato llamando a su puerta, muy despacito, unos más agobiados que otros, sin atreverse a entrar.
   —Maestro... Tiene que despertarse —decían—. ¿Maestro? —algunas veces lo llamaban así.
   —Sí, sí, ya voy; está bien, ¡ya me levanto! —dijo Papá NoeI—. Traedme mi bata.
   —Faltan unos seiscientos sesenta millones de regalos...—dijo tímidamente el duende responsable del taller.
   —¿Cómo vamos a arreglárnoslas? —preguntaron otros, inquietos, mientras ayudaban a vestirse a Papá Noel, que no sabía hacerlo solo—. ¡Ya no hay tiempo; ¡Es horrible!
   —Bueno —dijo Papá Noel—, estoy seguro de que centenares de millones de niños insoportables que se merecen regalos este año. No iré a sus casas. ¡Ya está!
   —Pero ¿cómo sabrá que realmente han sido insoportables?
   —Yo sé muchas cosas, monines; a ver qué os creéis!
   En realidad, no tenía ni idea de nada, por supuesto.
   Y este es el motivo por el cual muchos niños, insoportables o no (acaso no son todos los niños más o menos) insoportables?), no tuvieron regalos de Navidad ese año.
   Pero ¿alguien se acuerda de ello? Por lo general, esas se olvidan si no nos han pasado a nosotros.

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