Las interjecciones son palabras generalmente únicas, que no tienen variaciones y se emplean muy habitualmente en forma aislada de una oración — por lo que funcionan como una oración completa — y que expresan sentidos admirativos o de asombro, alegría, saludo o bienvenida, alarma, asco, y similares, en forma exclamativa, por lo cual generalmente se escriben entre signos de admiración.
Existen asimismo algunas interjecciones de sentido interrogativo, o confirmativo de lo antes expresado, que ocasionalmente se intercalan en una oración; y que, obviamente, se escriben entre signos de interrogación.
Las interjecciones se clasifican en:
1. Interjecciones propias — o propiamente dichas, que se componen de una única palabra comprendida entre signos de admiración o de interrogación:
- ¡AH!— que expresa asombro, comprensión de lo oído, sorpresa, placer.
- ¡OH! — que expresa asombro, admiración.
- ¡AY! — que expresa dolor. Es una interjección que puede ser seguida de una expresión confirmatoria, por lo que cabe integrarla en una oración; pero como las interjecciones forman una unidad en su entonación oral, se separa con una coma: ¡Ay!, ¡cómo me duele!
- ¡GUAY! — que expresa advertencia o amenaza: ¡Guay, que se nos vienen encima!
- ¡EH! — que expresa rechazo, desaprobación de lo excesivo, sorpresa.
- ¡HEY! — que expresa llamado de atención, saludo.
- ¡UY! — que expresa asombro, sorpresa por algo insólito.
- ¡PUAJ! — que expresa asco, fuerte desagrado.
- ¡HOLA! — que expresa bienvenida, saludo, satisfacción por el encuentro con la persona a quien es dirigido.
- ¡OJALÁ! — que expresa un deseo de que algo se realice. Sería una palabra de origen árabe, proveniente de los tiempos históricos en que el sur de la península ibérica estaba ocupada por los moros, siendo contracción de al alá, equivalente a Dios lo quiera. Es una palabra que frecuentemente no es empleada como interjección, incorporándose a una oración: Ojalá que no llueva.
- ¿EH? — siendo una forma interrogativa, expresa duda de haber comprendido lo oído, o una solicitud de que se repita algo que no fue atentamente escuchado; y también se emplea en el contexto de un discurso, como una suerte de consulta acerca de si se ha comprendido lo expresado, o si se está de acuerdo con ello. Es una de las pocas interjecciones que eventualmente pueden intercalarse en una oración, con ese sentido: Camina con cuidado para no caerte; ¿eh?.
2. Interjecciones impropias — que no son interjecciones idiomáticamente originarias, sino sustantivos, verbos o adverbios, que ocasionalmente son empleados como interjecciones, por su significación usual: ¡socorro!, ¡diantre!, ¡caracoles!, ¡caramba!, ¡diablos!, ¡córcholis!
3. Interjecciones de expresión — que son locuciones usuales, las que son empleadas igualmente como interjecciones: ¡mi madre!, ¡Dios santo!, ¡ay de mí!
Las interjecciones presentan algunas peculiaridades en su empleo idiomático:
Generalmente se emplean en forma aislada, como una expresión de entonación independiente; pero cuando se incorporan en una oración lo común es que aparezcan al principio: ¡ay!, ¡qué dolor!
Cuando se insertan en una oración quedan estrictamente fuera de su secuencia, como si fueran un paréntesis: Lloró la niña, ¡ay!, ¡cómo sufría!
Algunas asumen la forma de expresiones no idiomáticas, u onomatopéyicas, (que imitan sonidos): ¡Puáj!, ¡chit!, ¡plásh!, ¡páf!, ¡pif!
Algunas se unen frecuentemente a los nombres propios, en la forma de los vocativos o expresiones que se emplean para llamar o atraer la atención:
¡Eh, Ernesto!
También se unen a diversas clases de partículas, en diversas expresiones exclamativas:
¡Ay del que se anime a contrariarlo!
¡Guay con los que se le acerquen!
FUENTE: Escuela Digital
Ilustración: ANDREA GONZÁLEZ BAENA
! Gracias por estas entradas, así lo entendemos mejor !
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