Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas...
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
ocupaban el puesto de mis flores,
los aires de mis aires y mi río.
Yo vi lo más notable de lo mío
llevado del demonio, y Dios ausente.
Yo te tuve en el lejos del olvido,
aldea, huerto, fuente
en que me vi al descuido:
huerto, donde me hallé la mejor vida,
aldea, donde al aire y libremente,
en una paz meé larga y tendida[...]
MIGUEL HERNÁNDEZ
Este poema me hace recordar que ahora en cualquier vivienda todo funciona con electricidad, hasta la cocina.Así, nos olvidamos de aquellos tiempos en que había que calentarse con una estufa de leña o de lo agradable que era estar alrededor de un fuego natural y acogedor.
También está bien recordar, cómo se corría libremente por los verdes campos sin miedo a ser atropellado.Y además, al levantar la mirada, descubrir el cielo azul sin ningún tipo de rascacielos que se interponga, y durante la noche contemplar las estrellas sin unas enormes farolas que lo impidan.
Sara Méndez [2º ESO D]
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