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lunes, 14 de diciembre de 2015

EL DESEO INSACIABLE, Guadalupe Nettel

EL DESEO INSACIABLE

   Piel de Zapa es la obra que sella el éxito de Balzac. La novela fue elogiada incluso por Goethe en sus últimos días. En la obra un joven recibe un trozo de piel de zapa que tiene poderes mágicos y que cumple cada uno de sus deseos. Sin embargo, con cada deseo concedido, la piel se encoge y consume parte de la energía vital de su propietario. El éxito literario lleva a Balzac a recibir grandes sumas de dinero en esos años, pero lejos de satisfacerse, sus deseos de riqueza lo empujan, como al protagonista de Las ilusiones perdidas, a aventurarse en pintorescos negocios que lo conducen a la ruina y a amoríos rocambolescos con damas de la nobleza que no cesaron ni cuando por fin pudo añadir la codiciada partícula “de” a su apellido. Para compensar la falta de pompa a la que aspiraba, escribía en las paredes, de las habitaciones desprovistas de muebles, lo que anhelaba tener y que según él compraría cuando por fin se enriqueciera. En un muro tenía escrito con carbón: “Cuadro de Rafael”, en otra “Tapiz de Gobelinos”, en otra “Espejo de Veneciano”, en otra “Biombo de palisandro”. Su ensoñaciones llegaron incluso a los libros que premeditaba escribir pues esa obra admirable por extensa, no le era suficiente. De todos ellos tenía las maquetas, eran libros encuadernados con las páginas en blanco en cuyo lomo y cuya portada aparecía el título de la obra y su nombre en letras doradas.
   Obligado a escribir sin detenerse durante 15 y 18 horas diarias para pagar a sus acreedores fue constituyendo, en ese entorno de lujo imaginario, una obra colosal que hoy en día se considera el inicio de la novela moderna, por la forma de retratar a la sociedad pero también porque utiliza la experiencia personal para otorgar credibilidad a sus personajes. Así, tanto en La comedia humana como en Las ilusiones perdidas —en las que retrata con un realismo admirable los excesos burgueses de su época, el arribismo y la constante inconformidad de quienes aspiran al ascenso social—, encontramos a este hombre bulímico e insaciable que él mismo era. No en vano escribió Jules Renard en su diario el 3 de octubre de 1895: “Balzac es auténtico al por mayor, al detalle no lo es”.

GUADALUPE NETTEL, El País, 3 de diciembre de 2014.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

PENSAMIENTO Y CULTURA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. EL REALISMO Y EL NATURALISMO


   A mediados del siglo XIX (antes en algunos países como Francia, más tarde en otros como España), pre­dominan ya en los medios artísticos los principios esté­ticos del Realismo. Se conoce con este nombre al movimiento cultural característico de una sociedad burguesa a la que no agradaban las fantasías idealistas ro­mánticas. Ello no quiere decir que pueda establecerse una separación tajante entre Romanticismo y Realis­mo, pues siguen perviviendo muchos rasgos románti­cos en el arte realista. De hecho, cuando éste apareció en Francia, era difícil distinguir por completo ambos movimientos, pues los autores románticos postreros y los pioneros realistas convivían en el mismo tiempo histórico. Así, Stendhal (1783-1842) publica El rojo y el negro en 1830 y La cartuja de Parma en 1839; las noventa y una novelas que componen La comedia hu­mana de Balzac (1799-1850) aparecen entre 1830 y 1847; Madame Bovary de Flaubert (1821-1880) se edi­ta en 1857; mientras que un escritor considerado ro­mántico como Víctor Hugo (1802-1885) publica Nues­tra Señora de París en 1831 y Los miserables en fecha tan tardía como 1862. En realidad, el Realismo surge en principio por depuración o mera desaparición de los elementos románticos más idealistas. Sólo más tarde, por la influencia de las ideas filosóficas y científicas de la época, la oposición entre el Realismo y el Romanticismo se hará más nítida.
   La filosofía propia de la sociedad burguesa decimo­nónica es el positivismo, para el que no existe otra rea­lidad que los hechos perceptibles ni es posible otra in­vestigación que no sea la del estudio empírico de esos hechos o de las relaciones existentes entre ellos. Se en­tiende por hecho un estado de cosas que puede captar-se por los sentidos y ser comprobado empíricamente. La observación rigurosa y la experiencia son los ins­trumentos básicos de la filosofía positivista. Estos prin­cipios, que están en la base del desarrollo de las cien­cias y de las técnicas, fueron formulados de forma sistemática por el filósofo francés Auguste Comte en obras como el Curso de filosofía positiva (1839-1842). El nuevo método experimental (observación-hipótesis-experimentación) fue expuesto por el fisiólogo francés Claude Bernard en su Introducción al estudio de la medicina experimental (1865). Enorme importancia tie­ne el evolucionismo o darwinismo, propuesto por el naturalista inglés Charles Darwin —El origen de las es­pecies (1859), El origen del hombre (1871)—, según el cual los diversos seres vivos resultan de la evolución y selección natural de aquéllos mejor adaptados al medio ambiente, a través de la lucha por la supervivencia y gracias a la transmisión de los caracteres por la heren­cia. Por esos años, en 1866, el botánico austríaco Gre­gor Mendel había descubierto las leyes de la herencia biológica. Especial influjo alcanza, en fin, el marxis­mo. En El capital, Karl Marx estudia sistemáticamente la sociedad capitalista, a la que ve sujeta también a unas leyes específicas. Desde principios materialistas, Marx afirma que el motor del desarrollo histórico es la lucha de clases sociales y explica así las causas de las revolu­ciones burguesas y las contradicciones de la nueva so­ciedad capitalista, contradicciones que propician nue­vas revoluciones, en este caso proletarias. La filosofía marxista, por tanto, no se limita a interpretar el mundo, sino que propone transformarlo, lo que explica que el marxismo se convirtiera en la ideología predominante en los movimientos obreros de fin de siglo.

Emile Friant

lunes, 7 de diciembre de 2015

REALISMO Y NATURALISMO EN ESPAÑA

REALISMO Y NATURALISMO. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MOVIMIENTO. LA NARRATIVA REALISTA: GALDÓS, CLARÍN Y PARDO BAZÁN.

   El Realismo fue una corriente artística que, frente al idealismo romántico, pretendía representar la realidad con fidelidad y verosimilitud. Surge en Francia, en la primera mitad del siglo XIX, con autores como Balzac, Stendhal y Flaubert, y se extiende por toda Europa en la segunda mitad del siglo.
   El Realismo se caracteriza por ofrecer una visión objetiva de la realidad que rodea al escritor, con frecuente intención crítica y un estilo literario sobrio y preciso, lejos de la exuberancia retórica del Romanticismo.
    La novela fue considerada el género más apto para reflejar la realidad, por lo que las características del realismo son, en gran parte, las características de la novela realista.

lunes, 30 de noviembre de 2015

DON JUAN TENORIO, José de Zorrilla

DON JUAN

¿Con que hay otra vida más,
y otro mundo que el de aquí?
¿Con que es verdad, ¡ay de mí!,
lo que no creí jamás?
¡Fatal verdad que me hiela
la sangre del corazón!
¡Verdad que mi perdición
solamente me revela!
¿Y ese reloj?

ESTATUA

Es la medida
de tu tiempo.

DON JUAN

¿Expira ya?

ESTATUA

Sí; en cada grano se va
un instante de tu vida

DON JUAN

¿Y esos me quedan no más?

ESTATUA

Sí.

DON JUAN

¡Injusto Dios! Tu poder
me haces ahora conocer,
cuando tiempo no me das
de arrepentirme.
DON JUAN ¿Con que hay otra vida más, y otro mundo que el de aquí? ¿Con que es verdad, ¡ay de mí!, lo que no creí jamás? ¡Fatal verdad que me hiela la sangre del corazón! ¡Verdad que mi perdición solamente me revela! ¿Y ese reloj? ESTATUA Es la medida de tu tiempo. DON JUAN ¿Expira ya? ESTATUA Sí; en cada grano se va un instante de tu vida DON JUAN ¿Y esos me quedan no más? ESTATUA Sí. DON JUAN ¡Injusto Dios! Tu poder me haces ahora conocer, cuando tiempo no me das de arrepentirme.
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/13222/Don_Juan_Tenorio_y_la_salvacion_por_amor
La estatua habla. Al oír sus palabras, el Tenorio interroga con estupor, pero sin miedo. DON JUAN ¿Con que hay otra vida más, y otro mundo que el de aquí? ¿Con que es verdad, ¡ay de mí!, lo que no creí jamás? ¡Fatal verdad que me hiela la sangre del corazón! ¡Verdad que mi perdición solamente me revela! ¿Y ese reloj? ESTATUA Es la medida de tu tiempo. DON JUAN ¿Expira ya? ESTATUA Sí; en cada grano se va un instante de tu vida DON JUAN ¿Y esos me quedan no más? ESTATUA Sí. DON JUAN ¡Injusto Dios! Tu poder me haces ahora conocer, cuando tiempo no me das de arrepentirme.
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/13222/Don_Juan_Tenorio_y_la_salvacion_por_amor
DON JUAN ¿Con que hay otra vida más, y otro mundo que el de aquí? ¿Con que es verdad, ¡ay de mí!, lo que no creí jamás? ¡Fatal verdad que me hiela la sangre del corazón! ¡Verdad que mi perdición solamente me revela! ¿Y ese reloj? ESTATUA Es la medida de tu tiempo. DON JUAN ¿Expira ya? ESTATUA Sí; en cada grano se va un instante de tu vida DON JUAN ¿Y esos me quedan no más? ESTATUA Sí. DON JUAN ¡Injusto Dios! Tu poder me haces ahora conocer, cuando tiempo no me das de arrepentirme.
Leer más: http://protestantedigital.com/magacin/13222/Don_Juan_Tenorio_y_la_salvacion_por_amor

viernes, 27 de noviembre de 2015

MADRID, BARÇA, YIHAD, Plácid García-Planas



MADRID, BARÇA, YIHAD

   Azhar Hanani jugó al fútbol con la peña. Después del partido, se ajustó un pesado cinturón debajo de su camiseta del ReaI Madrid y se fue colina arriba. A explotar su cuerpo en el asentamiento judío de Elon Moreh.
   Quiso morir así. A los diecisiete años. Tras un partido de fútbol. Matando al enemigo con su camiseta blanca.
   —Fue el 29 de mayo de 2002. El viernes hizo siete años. Mató a tres o cuatro judíos —comenta Yusuf Abu Amar en su farmacia, llamada The Antidote Pharmacy. 
   Yusuf se graduó en Farmacia por la Universidad Católica de Lovaina, es imán y se sabe el Corán de memoria.
   —Aquí —dice— nunca habrá paz.
   Azhar fue el primer shahid de Bet Furik, el primer mártir del islam en este pueblo palestino de una Samaria con monumentos a Sadam en unas colinas e iluminados colonos hebreos en las de enfrente. Todos en Bet Furik admiran profundamente su acción: tres o cuatro colonos menos. Y el equipo local lleva hoy su nombre: Fútbol Club Azhar.
   Un año después se explotó Habash Hanani, primo de Azhar y alma culé. Porque todos en Bet Furik —ayer territorio Al Fatah y hoy punta de lanza de Hamas en Cisjordania— son del Barça o del Madrid. De los trece shabides que ha dado el pueblo, siete eran fanáticos del balón: cuatro culés y tres merengues.
   —No somos terroristas. Esto no nos gusta. Sólo defendemos nuestros derechos. No odiamos a los judíos porque sean judíos —asegura el madridista Omar Abed al Rauf, jeque de la mezquita.
   —¿Qué le diría a su hijo si un día le expresa el deseo de matar y matarse con una bomba? —le pregunto al jeque.
   —No lo apoyaría. Pero tampoco se lo impediría —contesta. Es la misma respuesta que el jeque da a la pregunta de qué le diría a su hijo si se hiciera del Barça: que elija su propio camino.
   En la cancha de fútbol, con los asentamientos judíos donde murió Azhar recortando el perfil de las colinas, los culés y los merengues del pueblo —algunos unidos por estudiadas barbas— le dan esta tarde al balón. Y, sorprendentemente, uno de los culés escoge una palabra hebrea para reflejar lo que sienten cada vez que el Barça —el de verdad— salta al campo: bemetaj, algo así como el corazón en un puño.
   —¿Qué pone ahí? —le pregunto a un chico con un escrito en árabe estampado en su camiseta de fútbol.
   No me lo dice: un adulto le indica que no me lo diga.
   —Cuatro shabides de Bet Furik eran del Barça y tres del Madrid... ¿Es una competición? —le pregunto a un jugador culé llamado Mohamed.
   —No... salió así... —Y todos los jugadores sonríen.
   —¿Cuál es tu sueño? —le pregunto para ir más allá del fútbol, para que me hable de un futuro quizá de paz...
   —¿Mi sueño?... Jugar un día en el Barça —responde.
   —El primer shahid era del Madrid y se fue con la camiseta puesta —le comento a un merengue que también se llama Mohamed.
   —Sí. Madridista hasta el final. Estamos muy orgullosos.
   —¿Harías tú lo mismo?
   —No. Porque tengo familia y porque no somos mártires por ser mártires. Amamos la vida.
   Nadie sabe si Habash Hanani, el segundo mártir del pueblo, se explotó entre civiles con la camiseta azulgrana puesta. En la casa familiar, su hermano Maizan enumera las estrellas del Barcelona que más fascinaban al shahid...
   —¿Qué crees que piensan los jugadores del Barça de la inmolación de tu hermano?
  —Tienen que entender que estamos bajo una ocupación. No podemos mirar sólo al Barça y olvidarnos de nuestra gente.
   Maizan muestra una foto de Habash con dos amigos, todos en plan pose con gafas de sol y una playa tropical photoshop detrás.
   —¿Dónde está ahora Habash?
   —En el Paraíso. Eso seguro —contesta Maizan con sus hermanos pequeños dando vueltas por el sillón disparándose con pistolas de juguete.
   Yusuf describe cómo —según el islam— Azhar vive ahora en el Paraíso: su cuerpo tiene quince metros de altura, potencia eterna y, «para empezar», decenas de vírgenes a su disposición.
   En Bet Furik se saben de memoria cada alineación del Barça y del Madrid. Con más exactitud que otras alineaciones. Porque, en contra de lo que recuerdan el imán y el jeque, Azhar no murió en el año 2002: murió en 2003. No murió el 29 de mayo: murió el 30 de abril. Y, en contra de lo que todos creen en el pueblo, no murió matando a ningún judío. Ni siquiera llegó a apretar el interruptor de su cinturón: fue acribillado por el ejército israelí antes de traspasar la valla de Elon Moreh.
   Lo que sí saben con certeza es que Azhar se fue con la camiseta blanca. Que cuatro shahides eran superculés y tres supermerengues. Y que, en las inciertas colinas de Samaria, los culés han ganado esta tarde por esa misma proporción —cuatro a tres— en el clásico de Bet Furik.
  —Aquí todo esto es normal —dice el imán-farmacéutico en The Antidote, explicando satisfecho que se ha echado una novia marroquí por Internet.

PLÀCID GARCIA-PLANAS, Jazz en el despacho de Hitler, Península, Barcelona, 2010.

jueves, 26 de noviembre de 2015

ROMANTICISMO: POESÍA Y TEATRO



LA POESÍA ROMÁNTICA: ESPRONCEDA, BÉCQUER Y ROSALÍA DE CASTRO


      La libertad romántica se manifiesta en los temas ( amor, soledad, angustia, libertad, la naturaleza) y, especialmente, en la versificación, practicando un métrica muy libre, caracterizada por la polimetría y la diversidad estrófica: se innova combinando estrofas y metros diferentes en un mismo poema; se potencia la musicalidad del verso con nuevos ritmos acentuales: poemas polirrítmicos, escalas acentuales ascendentes y descendentes y profusión de rimas agudas y esdrújulas. Junto a los metros cortos populares, se utilizan versos extensos de catorce y hasta de dieciséis sílabas. Cultivaron tanto las estrofas extensa como las breves: romance, silva, terceto, cuarteto... Espronceda popularizó la octavilla aguda de la Canción del pirata y se revitalizaron las coplas de pie quebrado. Los románticos utilizan un lenguaje connotativo y simbólico, extraído muchas veces de la naturaleza. El predominio de la expresión subjetiva de los sentimientos provoca la abundancia de interjecciones y vocativos, oraciones interrogativas y exclamativas, frases entrecortadas, puntos suspensivos y una adjetivación intensa, como corresponde a un estilo enfático, con gran profusión de imágenes, colorido y sonoridad.
      En la poesía romántica se distinguen dos corrientes fundamentales: la poesía narrativa y la poesía lírica.

A) La poesía narrativa.

   Floreció en la primera mitad del siglo XIX. Esta corriente poética entronca con la épica medieval, el romancero y las leyendas de transmisión oral, aunque sirviéndose de los recursos del lenguaje lírico. Trata temas filosóficos, histórico-legendarios o exóticos. Son frecuentes los elementos misteriosos y sobrenaturales, con imágenes fantasmagóricas y lúgubres y la localización de las historias en lugares cargados de tradición, como Toledo, Salamanca o Sevilla. Estos rasgos relacionan esta manifestación poética con la recuperación romántica del pasado como tiempo idealizado. Los ejemplos más valorados de la poesía narrativa romántica son El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, de Espronceda y las Leyendas, de Zorrilla.

B) La poesía lírica.

   Se caracteriza por su subjetivismo y sentimentalismo, pero experimentó dos momentos diferentes a lo largo del siglo:
      -En la primera mitad del siglo XIX, la figura más relevante es Espronceda que, en sus Canciones, cultiva una poesía caracterizada por el énfasis retórico y el tratamiento de temas grandilocuentes como la lucha por la libertad y los conflictos entre el individuo y el mundo.
    -En la segunda mitad del siglo XIX, se produjo, tardíamente, el desarrollo más importante de esta poesía, con la obra de Bécquer y Rosalía de Castro. Se trata de una poesía intimista, descargada del exceso retórico del primer Romanticismo, aunque comparten la visión pesimista del mundo, el sentido de la vida, el sentimiento de soledad, el amor, como fuente de desengaño y frustración y la muerte.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

ROMANTICISMO: CARACTERÍSTICAS


  Se conoce con el término Romanticismo el movimiento cultural que se opone, de forma más o menos explícita, a los principios característicos de la Ilustración y que es resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio, como es el de las primeras décadas del siglo XIX. La crisis y el declive de los seguros valores tradicionales, la despersonalización del individuo dentro de la masificación propia de la nueva sociedad industrial, el auge del materialismo y la tecnificación, las bruscas transformaciones que se producen en la vida de los hombres, los conflictos de identidad personal o colectiva, conducen a dos actitudes opuestas: al rechazo de la nueva sociedad —bien añorando un pasado perdido, bien forjando mundos ideales—, o a la reivindicación de un progreso más acentuado que permita alcanzar un modelo social verdaderamente humano, en el que tengan cabida la fantasía, la espiritualidad, la libertad o la justicia:

   No sería inteligible el fenómeno romántico sino se incluyese en la gran transformación histórica que, en el mundo occidental, supuso el establecimiento del sistema económico de producción industrial y capitalista que, además, se manifestó estrechamente unido a episodios políticos, bélicos y tecnológicos. De manera que la aceleración del ritmo histórico fue adquiriendo un movimiento uniformemente acelerado capaz de alterar el tono vital de las gentes, tono que ya había iniciado su mutación cuando la estética dieciochesca de la subjetividad comenzó a reorientar la sensibilidad y los valores morales. Un mundo en cambio total en el que sus piezas más significativas mantenían estrechas relaciones entre sí fue el contexto en el que la actividad de los artistas generó el discurso artístico de la modernidad.

[Leonardo Romero Tobar: Panorama crítico del Romanticismo español]


Caspar David Friedrich

martes, 24 de noviembre de 2015

TOKIO BLUES: UNA GUÍA DE LECTURA

HARUKI MURAKAMI, Tokio blues, Tusquets, Barcelona, 2005, 384 páginas.

 Un modelo de análisis de una novela.

PROPUESTAS DE TRABAJO VOLUNTARIO EN PEQUEÑO GRUPO

  1. La música en Tokio blues. [Interdisciplinariedad]
  2. La literatura en Tokio blues. [Intertextualidad]
  3. Cultura oriental y cultura occidental en Tokio blues. [Sociología de una colonización]  

lunes, 23 de noviembre de 2015

UNA CASA ABIERTA, Fernando León de Aranoa

UNA CASA ABIERTA

Habían entrado en la casa con miedo. La puerta es­taba abierta, y antes que ellos habían pasado por allí los soldados. Había colillas en el suelo, los armarios estaban forzados y las alfombras manchadas del barro de las bo­tas de muchos hombres. Siempre era así cuando encon­traban una casa: ellos eran los últimos en acceder, y nunca quedaba en ellas nada de valor. Apenas pequeños objetos, portarretratos vacíos, abrecartas, un cepillo. Nunca ropa o alimentos, que eran lo primero en desa­parecer, lo que más falta hacía en aquellos días. Eso no desalentaba a los chicos. Sus incursiones perseguían emociones, aventuras que revivir al día siguiente, al contarlas en la escuela, antes que objetos.
   A cambio encontraban a veces una ausencia apresu­rada, un vestigio de momentos vividos, atrapados en retratos y espejos velados, en el cuero gastado de los brazos de los sillones, en el vicio de los colgadores va­cíos. Y siempre un crepitar de madera y cristales rotos bajo los pies, pese a la cautela de sus pisadas, al aden­trarse en las casas.
   A Raúl le gustaba detenerse ante los espejos: en ellos creía adivinar cuanto habían reflejado antes. Matrimonios vestidos con elegancia, arreglándose para salir al teatro. La inseguridad de un muchacho que acude a su primera cita. La vanidad de una mujer joven, hermosa, a veces desnuda. Y una mano delicada, que se ajusta li­geramente la cintura, y realza el pecho.
   Humeaba aún en las casas la inquietante cotidianei­dad de los objetos. Una cama deshecha, sus sábanas ti­bias aún, arrugadas, levantándose aquí y allá en cordille­ras y macizos montañosos, constituía para Raúl un mapa de fácil lectura, una bitácora elocuente que interpretaba con eficacia de experto. En la orografía caprichosa de sus arrugas adivinaba a veces las señales del amor re­ciente, los abrazos y las caricias; otras, la silueta tierna de una adolescente a la que la proximidad de la guerra le impide conciliar el sueño.
   Y cubiertos y loza blanca, copas altas de cristal, una mesa dispuesta para una comida familiar que nunca lle­gó a celebrarse. Y un tablero de ajedrez a mitad de par­tida, en el que juegan las blancas y ganan. Y un libro marcado con una rama seca de laurel, su lectura aban­donada a doce páginas exactas del final: la urgencia de la partida.
   La casa en la que entran hoy no es igual a las otras. Se ha combatido en ella, a juzgar por las mordeduras de la metralla en las flores del papel pintado de las paredes. No hay aquí rastro de comida, mantas, abrigo. Nada que poder canjear después, de lo que obtener beneficio.
   En una de sus habitaciones, la que asemeja un des­pacho, Raúl encuentra en el suelo, junto a la mesa, un cartapacio pisoteado. Está lleno de escritos que escapan de su interior, desplegados por el suelo como un abani­co violento, como una víscera furiosa.
   Y, sin que pueda explicar por qué, a Raúl le resultan valiosos. La letra sinuosa y leve, el papel amarillento.
   Quizá adivina la vida en ellos.
  Salaberri, Repe y Guzmán. Sus amigos, que lo son desde que empezaron juntos la escuela, hace no tantos años, le encuentran sentado en el suelo, leyendo en voz alta. Al principio les cuesta comprender el sentido de sus palabras, pero pronto su significado se les revela cursi, inaceptable. Digamos ridículo. Y se burlan y repi­ten los vocablos vergonzantes. Y dicen Amor, y dicen Labios, y Rumor, y Pétalo, y Pechos. Y sobreactúan be­sos y abrazos, y se burlan, y se mueren de la risa en un tiempo en el que lo natural era morirse del miedo.
   Pero Raúl sigue leyendo, por encima de todo. De las burlas, de los empujones, y de un fuego lejano y lento de mortero, que pespunta obstinado desde hace meses el silencio de las tardes y el miedo inigualable de las ma­dres.
   La explosión de un obús en un parque próximo in­terrumpe la lectura y las risas. Repe, Guzmán y Salaberri corren hacia la salida como por efecto de la onda expan­siva. Crepita con fuerza ahora bajo sus pies la hoguera de cristales rotos. Raúl recoge apresurado los escritos, los mete como puede en la carpeta y sale tras ellos.
   En su carrera desesperada pasa ante un gran espejo.
   Más tarde jurará haber visto en él el reflejo de un hombre enorme con bigote, casi un gigante, sentado a una mesa, escribiendo.
  Damián Castro Reygadas lleva dando clase en el colegio público Catorce de Abril algunos meses, pocos. No es un gran profesor de Lengua y Literatura, pero algunos contactos le han permitido obtener la plaza. Su padre ocupó durante años un cargo en el Ministerio de Ins­trucción Pública antes de regresar a Galicia, donde aho­ra vive un retiro feliz y desahogado. Pese a sus ideas ul­tracatólicas, conserva aún buenos amigos en la capital, lo que le ha permitido salvaguardar sus propiedades en ella: una casa grande en el barrio de Salamanca, dos au­tomóviles, y algunos inmuebles de menor entidad en el centro de la ciudad.
   Uno de ellos lo ócupa su hijo Damián, en general más preocupado de obtener los favores de alguna de las solteras con las que gusta relacionarse, que de la forma­ción literaria de sus alumnos.
   Como hoy, que no es capaz de dejar de pensar en la cita que, al acabar las clases, ha concertado con una mo­dista del taller de costura Regalado, local de confeccio­nes delicadas que ocupa el bajo C del edificio en el que vive. Han sido necesarios algunos encuentros fortuitos en la escalera y al menos dos negativas, antes de que la joven costurera haya consentido en compartir un paseo y dejarse invitar a una horchata en la terraza de Julián, al caer la tarde. Sabe Damián que quizá una oportunidad así no se le vuelva a presentar, por eso planea el encuen­tro al detalle. Y calcula las palabras que dirá, el contenido exacto de sus comentarios, la ocurrencia que seguro la hará reír. Busca, en fin, la manera de perdurar en su me­moria.
   Éstos y no otros son los pensamientos que ocupan por completo su cabeza, mientras sus alumnos leen en voz alta el poema de tema libre que días atrás les pidió que escribieran, por una cara sólo y sin ayuda de sus padres.
   Es el turno de Raúl. Nota cómo le tiemblan las pier­nas al ponerse en pie, en parte por los nervios lógicos que le sobrevienen al leer frente a la clase, en parte por­que está mintiendo: ha decidido presentar uno de los poemas que encontró en la casa como si lo hubiera es­crito él. La noche anterior, mientras lo transcribía en la soledad de su dormitorio, le había parecido un plan in­falible. Ahora, por el contrario, no tiene ninguna duda de que va a ser descubierto. El maestro advertirá que ésas no son sus palabras, sino las de otro, que él ha to­mado prestadas.
   No sucede.
  Cuando termina de leer, Damián dice que el poema es cursi y está mal escrito. Raúl no aprobará Redacción este trimestre, pero se consolará pensando que no es a él a quien han suspendido, sino a ese otro, a quien ni si­quiera conoce.
   En el tranvía, de vuelta a casa, el maestro relee con desgana los poemas que sus alumnos han presentado. En­tonces cree advertir en el de Raúl una luz que antes, al escucharlo en la clase, no supo ver.
   Esa tarde él notará también un temblor en las pier­nas cuando, transcrito en un papel, se lo regala a la bella modista en la terraza de Julián. Busca el momento opor­tuno y cree encontrarlo instantes antes de la despedida.
   Y aunque asegura haberlo escrito pensando en ella, a la chica el poema le resulta cursi. Lo guarda pese a todo en su bolso, más por cortesía que porque aparente tener interés alguno en conservarlo.
Damián regresa a su apartamento sin el beso que esperaba a cambio, pero con la decisión ya tomada de que Raúl suspenderá Redacción también el siguiente tri­mestre.
   La joven costurera olvidará pronto aquella cita. Cuando, días después, Damián es hecho preso y fusilado al ha­berse dado a conocer su ascendencia familiar e intere­ses, ella le llora con desconsuelo. Al cumplirse el mes de sus funerales, ya le ha olvidado por completo. El poema que Damián le regaló va a parar a una caja de zapatos forrada con postales de otras ciudades enviadas por sus muchos pretendientes, junto a otros poemas, pétalos de flores secas y notas de amor manuscritas.
   Meses más tarde lo presentará como si fuera suyo a un concurso radiofónico. La costurera se siente legitima­da para hacerlo, ¿no fue ella a fin de cuentas quien lo inspiró? Harta del bajo salario mensual que percibe en el taller de costura Regalado, y decidida a buscar un hori­zonte distinto, al coste que sea, la modista transcribe el poema en una cuartilla y lo remite a la emisora. El jurado constituido para la ocasión está formado por un editor de prestigio, un crítico literario y tres escritores. Todos, sin excepción, encuentran el poema cursi, inaceptable y ridículo, por lo que resulta descalificado en la primera ronda de deliberaciones. Sin embargo, uno de los escri­tores, poeta de escaso talento y pese a eso cierto éxito, presionado por los plazos y una incapacidad creativa transitoria, lo envía como propio a una editorial mexica­na ocupada en esos días en publicar una antología bajo el epígrafe Poesía Actual Iberoamericana.
   La editorial invita a prologar el poemario a Neruda, el popular poeta chileno, por aquel entonces Cónsul Ge­neral de su país en México, que había vivido el comien­zo de la guerra española durante su estancia en Ma­drid.
   Las galeradas que habrán de inspirar su escritura llegan con puntualidad a su residencia en Coyoacán. El poeta reserva una tarde tranquila para leerlas.
   A Neruda el poema no le gusta. Le resulta cursi, ina­ceptable. Digamos ridículo. Y sin embargo familiar, ex­trañamente evocador. Cierra el ejemplar y se pregunta por la lógica misteriosa de los recuerdos.
   Sentado luego a su mesa, casi un gigante, Neruda es­cribe.
   El prólogo, que titulará Una casa abierta, describe la poesía como una mujer que abraza, generosa y mater­nal; como una parroquia, como un espacio común, te­chado, al que es bienvenido todo el que de ella busca amparo; poesía que no pertenece ya más a quien la fir­ma, sino a quien la necesita.

FERNANDO LEÓN DE ARANOA, Aquí yacen dragones, Seix Barral, Barcelona, 2013,
pp. 180-186.

  1. Resume la historia.
  2. Tema del cuento.
  3. ¿Qué consideración subyace de la literatura en el relato? 
  4. Explica, sirviéndote del texto, qué relaciones pueden existir entre el arte y la historia del arte.