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domingo, 6 de junio de 2021

SOBRE LA POESÍA DE WISLAWA SZYMBORSKA

 

Rasgos significativos de la poesía de Wislawa Szymbroska 
 
   El uso del lenguaje literario se subordina a la exigencia de transmitir un sentido lógico y accesible en el poema, una serie de ideas más o menos embellecidas por el lenguaje pero que, ante todo, conmuevan e inciten al lector a reflexionar. 
   Szymbroska no adoctrina al lector porque no explica el mundo; al contrario, la suya no es una poesía afirmada, sino un discurso que comparte sus dudas con el lector al que le corresponde buscar sus respuestas personales, si acaso se plantea las mismas preguntas. La poesía de Szymborska (con un estilo antiretórico), es un discurso dicho en voz baja que pretende no parecer poesía, motivo por el que consigue que sea recibido fácilmente por un lector próximo, invitado a ser cómplice. 
   Szymbroska concibe la poesía como una forma de conocimiento (la poesía como conciencia de Czeslaw Milosz) que debe ser transmitida al lector (poesía como comunicación), que nunca es sermoneado. 
   La misión de la poesía (“ese encerrar el alma en un suspiro roto”) es visibilizar la singularidad de cada ser humano en el universo y mostrar a las personas que existe la posibilidad de redención, en cada uno, a partir del poder de la palabra. 
   Desde el punto de vista formal, la poesía de Wisława Szymborska es clara y sencilla. Su léxico, esencialmente cotidiano, apenas recurre, ni a los registros más cultos de la lengua ni a la vulgaridad o las jergas, y su retórica economiza el uso de símbolos, metáforas, juegos de palabras sin demasiada complejidad, privilegiando la presencia de la ironía y el humor. 
   En muchos casos la construcción del poema arranca de la observación de detalles nimios que la individual mirada de Szymbroska suele convertir en potentes símbolos universales. Su frecuente uso de la meditación y la reflexión sobre los aspectos más íntimos de la realidad, revela que la de Szymbroska es una poesía filosófica: la buena poesía es filosofía concentrada, porque intenta descifrar las complejidades y misterios del ser a partir del diálogo genuino con uno mismo, además de procurar descifrar el mundo. 
   Sus temas atienden a las preocupaciones sociales, pero también buscan respuesta al sentido de la vida. Suele tratar temas trascendentes abordados desde la vida real y cotidiana de las personas comunes: la indisociable relación entre la muerte y la vida, la presencia del mal en la sociedad, la imposibilidad de acceder al sentido de la vida, el continuo e inasible paso del tiempo… En suma, un amargo existencialismo que surge de las preguntas fundamentales que, a pesar de estar poblada de gritos mudos, descubre y construye desde la soledad y la angustia una lingüística de las posibles respuestas.

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