JUEGO DE NIÑOS
En mi calle vive un niño que le decimos el Ti Lin y todos los días nos vamos juntos al colegio. El Ti Lin tiene nueve años, igual que yo, y dice que es español porque ha nacido en España, pero que sus padres son chinos porque han nacido en China. El Ti Lin tiene los ojos, así, para arriba, como dos rayas de boli y tiene la cabeza tan gorda como un balón de fútbol. El Ti Lin es que habla con sus padres de una forma ¡más rara! El primer día que don Máximo lo llamó, toda la clase se rió que ni te cuento. ¡Joder! Es que el tío tiene un nombre que suena a campanilla. Nos descojonábamos y el tío, nada, que ni se coscaba. El Ti Lín, entonces, no hablaba con casi nadie o mejor dicho, ninguno de la clase quería saber nada del Ti Lin. En los recreos venía y nos preguntaba que a qué jugábamos, y nosotros que a “nada”, y el Ti Lin se iba porque sabía que “nada” quería decir “vete que no queremos nada contigo”. A mí, la verdad, es que no me gustaba que lo trataran de aquella manera, me daba no sé qué, pero es que yo no ponía las normas y además tampoco quería líos, yo lo único que quería y que quiero es jugar al fútbol. Nosotros no éramos los únicos que no queríamos nada con el Ti Lin, que conste; los sudacas y los negros tampoco lo querían en su equipo. “¿Dónde vas con esa jeta, tío?”, le decían. Un día el Rafi, un delantero nuestro, se lesionó y no tuvimos más cojones que dejar que jugara el Ti Lin. ¡Qué partidazo, tío! Memorable, de los que hacen época. De cinco goles, el tío va y se marca cuatro. Nos dejó a todos planchados. Juega igual que Raúl, bueno, igual no, pero casi. ¡Cinco a cero! ¡Menudo fichaje! Es el jugador más habilidoso que ha pisado el patio del colegio. Ahora, hasta nos peleamos porque juegue en nuestro equipo. Pero el Ti Lin se da unos aires que te cagas y hasta pone las normas, mira tú. Qué se le va a hacer… El fútbol es así.
Celia Correa
Fotografía: autoría desconocida
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